Por SAMY MAGDY y JULIE WATSON
EL CAIRO
agencia (AP)
Noha, una ingeniera egipcia, debería sentirse afortunada tras ganar un sorteo de visas que selecciona gente de entre 14 millones de participantes y concede 55.000 «tarjetas verdes» de residencia que permiten radicarse en Estados Unidos.
Sin embargo, sus esperanzas de trasladarse a Nueva York con su esposo y sus dos hijos se desvanecieron la semana pasada cuando el presidente Donald Trump extendió hasta fin de año la veda a la concesión de «green cards» (tarjetas verdes) fuera de Estados Unidos, incluidas estas repartidas por sorteo cada año desde 1990.
Los ganadores del sorteo no habían completado el proceso de revisión cuando los consulados estadounidenses cerraron sus puertas en marzo debido al coronavirus. Y ahora, la última medida del gobierno para restringir la inmigración alteró sus planes y muchos se encuentran en una situación peor todavía que la que querían dejar atrás.
Las reglas del sorteo estipulan que la persona debe recibir su green card para el 30 de septiembre porque de lo contrario la perderá. El Departamento de Estado dice que no se harán excepciones con quienes no la hayan recibido.
Noha y sus hijos recibieron sus visas en febrero. Pero su esposo Ahmed todavía espera la suya. La familia teme que nunca llegue.
La situación obliga a Noha a elegir entre irse sola a Nueva York con su hija de siete y su hijo de nueve en busca de una vida mejor, o renunciar a su sueño para que la familia siga unida. Dice que sintió un gran malestar y que lloró varios días al enterarse de la orden de Trump.
«Todos mis planes se derrumbaron en un momento», declaró Noha, quien habló a condición de que no se usase su apellido por temor a que sus comentarios compliquen su situación. «Sentí que todo había sido para nada».
La decisión de Trump de ampliar la veda hizo que por primera vez ese programa de visas fuese interrumpido desde su creación para atraer inmigrantes de distintos países. Abogados de inmigración consideran la posibilidad de acudir a los tribunales para tratar de dejar sin efecto la medida.
Hasta ahora se han emitido solo 13.000 de las 55.000 visas sorteadas este año, de acuerdo con Simon Paul, quien consiguió una de esas visas y ahora tiene un blog que ayuda a otros inmigrantes en britsimon.com. Incluso a quienes consiguieron la visa les cuesta viajar a Estados Unidos por las restricciones relacionadas con la pandemia.
La familia de Noah gastó casi 10.000 dólares para llegar hasta donde llegó en el proceso.
Cuando un funcionario de Estados Unidos le informó que toda la familia había sido aprobada, la pareja empezó a planificar su nueva vida. Noha y su esposo, quien es también ingeniero, renunciaron a sus trabajos, vendieron su auto, informaron al propietario de su departamento que se iban y dejaron de pagar la matrícula de sus hijos para el próximo año escolar.
En mayo la embajada estadounidense les dijo que solo faltaba que se imprimiese la visa del marido, por lo que siguieron adelante con sus planes y «hasta hicimos las maletas», expresó ella. Sus hijos veían videos en YouTube acerca de la vida en Estados Unidos.
El gobierno suspendió la entrega de visas en el marco de sus esfuerzos por liberar plazas de trabajo en medio de la devastación causada por el coronavirus en la economía, el argumento esgrimido por Trump para imponer muchas de las restricciones a la inmigración que le fueron vetadas por tribunales antes de la pandemia. La medida abarca también a otros solicitantes de la residencia permanente y a personas que piden visas temporales de trabajo en empresas de alta tecnología, campamentos de verano y corporaciones multinacionales.
Mucho antes de la pandemia Trump criticó el sorteo de visas, diciendo sin pruebas que era un «espectáculo horroroso» porque admitía «algunas personas muy malas».
Para participar en el sorteo hay que haber completado la secundaria o tener dos años de experiencia en ciertos terrenos. No se puede tener antecedentes policiales y se debe contar con un patrocinador en Estados Unidos dispuesto a mantenerlo mientras consigue trabajo. Más de 80.000 solicitantes fueron declarados ganadores y tuvieron que afanarse por conseguir la visa lo antes posible para no quedar afuera.
Decenas de personas que fueron sorteadas en el 2020 se comunicaron con la Associated Press en respuesta a pedidos de que cuenten sus historias. Muchos son gente muy educada, pero que no tiene oportunidades en su patria.
Entre los ganadores de este año figuraron un médico especializado en enfermedades infecciosas, un ingeniero agrícola, un programador de software, un investigador que tiene un doctorado, una empresaria y una maestra de secundaria. Son de Egipto, Turquía y Albania, entre otros países.
Mahmoud Elrweny, jefe de producción de Hershey Co. En Memphis, Tennessee, se alegró cuando se enteró de que su hermano había sido seleccionado en el sorteo.
La alta tasa de desempleo en Egipto había obligado a su hermano a irse a Arabia Saudita, donde enseñaba. Pero no quería quedarse allí porque tiene dos hijas y no le gustaban las restricciones que enfrentan las mujeres allí.
Su hermano tenía que someterse a una entrevista en su país natal. Cinco días después de que llegase a Egipto, la embajada de Estados Unidos la canceló y Trump emitió su orden. La escuela donde trabajaba en Arabia Saudí lo despidió y se negó a pagarle el último mes trabajado. Arabia Saudí le suspendió la visa, por lo que no pudo regresar. Su auto quedó allí.
Él y su esposa están en Egipto, viviendo con familiares y sin trabajo.
Elrweny quisiera ayudarlos, pero no sabe cómo hacerlo.
«Estoy muy estresado y deprimido», manifestó. «Soñaba con venir a Estados Unidos».
El sorteo cambió la vida de Alma Mandija en 1997, cuando su patria, Albania, atravesaba por un período de agitación que terminó con el derrocamiento de un gobierno. Más de 2.000 personas murieron en los enfrenamientos.
«Era muy inseguro», relató. La visa la permitió ir a la universidad y recibirse de abogada de inmigración en Nueva York.
Su primo Eldis Bushati fue uno de los ganadores del sorteo de este año, después de 16 años de intentarlo. Mandija y sus padres decidieron ayudarlo a él, su esposa y su hija de tres años, y encontraron varias empresas que expresaron interés en contratarlo como plomero.
Bushati, de 31 años, esperaba que las autoridades estadounidenses le diesen la fecha de su entrevista cuando llegó la orden de Trump. Pero no pierde la esperanza.
«El tiempo pasa rápido. El virus desaparecerá y podremos completar este proceso e ir a Estados Unidos pronto», expresó.