Personal médico revisa equipamiento médico en un hospital de emergencia preparado por el brote de coronavirus, en Yakarta, Indonesia. Foto La Hora/AP/Hafidz Mubarak.

Por LORI HINNANT y FOSTER KLUG
PARÍS
Agencia AP

La búsqueda de respiradores y otros suministros médicos marcaba hoy los esfuerzos contra el coronavirus en Estados Unidos y Europa, mientras crece el número de infectados y más gobiernos endurecen las restricciones contra la pandemia.

Los mercados asiáticos bajaron y los futuros de Estados Unidos subieron después de que la Reserva Federal anunció más medidas de estímulo económico.

La Fed dijo que prestará hasta 300.000 millones de dólares a corporaciones y empresas pequeñas y comprará más bonos del Tesoro.

En Nueva York, crece el temor de que el estado se convierta en uno de los nuevos focos del brote. Las autoridades prohibieron prácticamente toda actividad al aire libre. El alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, dijo que los hospitales estaban a 10 días de quedarse sin «suministros muy básicos» que ponían en peligro a pacientes y personal médico.

«Si no conseguimos el material, literalmente vamos a perder vidas», dijo a CNN.

El pico de contagios ha provocado escasez de material médico en muchos lugares. España levantó un hospital de campaña en un centro de convenciones. Personal médico británico pedía más equipamiento, diciendo que se sentían como «carne de cañón». Y el presidente estadounidense Donald Trump ordenó el envío de módulos hospitalarios portátiles a Washington, California y Nueva York.

En Francia, algunos médicos consiguieron mascarillas en lugares inesperados: entregadas por un arquitecto, obreros de construcción bretones, en fábricas.

«Hay una carrera por conseguir mascarillas quirúrgicas», dijo François Blanchecott, biólogo que trabajaba en primera línea con pruebas del virus, a la radio France Inter. «Apelamos a los ayuntamientos, industrias, cualquier empresa que pueda tener una reserva de mascarillas».

Trabajadores médicos dijeron que se les han pedido reutilizar y racionar mascarillas desechables y guantes. La falta de respiradores, cruciales para tratar los casos graves de la enfermedad COVID-19 que provoca el virus, se convirtió en un factor crucial. En Estados Unidos se declaró una batalla política en torno a los respiradores, especialmente después de que Trump dijo a los gobernadores que buscaran su propio material médico, y algunos respondieran que esa no era la mejor solución.

China fue el único país en contrarrestar esa tendencia, enviando aviones cargados de material médico como mascarillas, guantes y equipos de protección, así como médicos, a países europeos como las afectadas Italia, Francia y España, así como a países con sistemas sanitarios más débiles como Bulgaria, Grecia y Serbia.

El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, prometió que los suministros empezarían a llegar pronto e irían «claramente dirigidos a aquellos lugares que más los necesitan».

Pero los esfuerzos de aprobar un paquete rápido de ayudas tropezaron en el Congreso estadounidense. El Senado rechazó un paquete de rescate valorado en 2 billones de dólares. Los demócratas alegaron que favorecía a las corporaciones en lugar de a los trabajadores y servicios médicos. Se espera otra votación el lunes.

El retraso afectó a los mercados, sumándose a una serie de cancelaciones en eventos grandes y pequeños, el creciente número de desempleados y una reducción generalizada del gasto. En muchos lugares se celebraban entierros sin más que un sacerdote, un empleado de la funeraria y un allegado como testigo.

Los mercados reabrieron ante un paisaje empresarial transformado, tras los cierres y suspensiones de operaciones anunciados durante el fin de semana para frenar el contagio en ciudades de todo el mundo.

Mientras los contagios se disparaban en Europa y Estados Unidos y la economía mundial seguía cayendo, Japón insinuó el lunes que la próxima víctima de la pandemia del coronavirus podrían ser los Juegos Olímpicos.

El primer ministro japonés Shinzo Abe admitió que aplazar el evento más importante del deporte podría ser inevitable. Después Canadá y Australia agravaron la enorme presión sobre los organizadores al plantear que quizá no enviarían deportistas a Tokio este verano.

«Si resulta difícil celebrarlo al completo, la decisión de aplazarlo sería inevitable», dijo Abe.

El tremendo dolor de cabeza de repensar la logística de un evento planificado durante años, sin mencionar el enorme coste y el golpe que supondría para el orgullo nacional, sería sólo un nuevo ejemplo de cómo lo que antes era impensable ahora es una realidad, ante el empuje de un virus que está desmoronando la vida cotidiana.

La acumulación de eventos cancelados, trabajo perdido o modificado y una reducción generalizada del gasto y la interacción está lastrando a las economías.

Casi 340,000 personas se han infectado en todo el mundo y más de 14.700 personas han muerto del virus, aparecido por primera vez en el centro de China a finales del año pasado. Mientras remitían las infecciones en China, los peligros crecían de forma considerable en Europa y Estados Unidos. Después de unas pocas semanas, Estados Unidos tiene más de 33.000 casos y más de 400 muertes. En todo el mundo se han recuperado ya 99.000 personas, la mayoría en China.

Para la mayoría de la gente, el coronavirus solo causa síntomas leves o moderados como fiebre y tos. Pero algunos, sobre todo ancianos y personas con problemas médicos previos, pueden sufrir complicaciones graves como la neumonía.

El republicano de Kentucky Rand Paul fue el primer senador estadounidense en anunciar que estaba infectado. El superastro de la ópera Plácido Domingo anunció que padecía COVID-19, mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, se puso en cuarentena después de que un médico que le puso una vacuna diera positivo.

Las infecciones seguían subiendo el domingo en Italia, que alcanzó 59.000 casos y 5.476 muertes. El primer ministro de India pidió a los 1.300 millones de habitantes del país que se quedaran en casa, con resultados dispares.

Mientras otros países trataban de contener el virus, la ciudad china de Wuhan, donde comenzó el brote, dijo el lunes que permitiría movimientos limitados tanto dentro de la urbe como para salir, suavizando las restricciones tras varios meses.

La provincia de Hubei, donde se encuentra Wuhan, tiene 67.800 casos, la mayoría de los 81.093 de China. Los primeros contagios se detectaron allí, y Wuhan fue la primera ciudad en quedar aislada.

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