Por CHRISTOPHER RUGABER y TIM SULLIVAN
Agencia AP
Estados Unidos implementó nuevas y drásticas restricciones para que la población salga a la calle y 7 millones de personas en el área de San Francisco estaban en un aislamiento casi total para controlar el brote de coronavirus que ha golpeado a la economía global.
Pero no todos se adhirieron a las medidas.
En el mismo día en que el presidente Donald Trump pidió a los estadounidenses que no se reúnan en grupos de más de 10 personas e instó a los ancianos a quedarse en sus casas, Arizona, Florida e Illinois siguieron adelante con sus planes de celebrar las primarias presidenciales previstas para el martes. Ohio canceló la votación unas horas antes de la apertura de los centros electorales.
Las playas de Florida permanecían abiertas, incluyendo una que estaba llena de universitarios celebrando las vacaciones de primavera. El gobernador Ron Desantis dijo que dejará que las comunidades decidan acerca de restringir el acceso a las playas.
El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, elogió la respuesta del gobierno federal al tiempo que tomaba medidas limitadas contra el brote viral. A diferencia de sus homólogos en estados muy poblados, Abbott no hizo llamados explícitos para limitar las reuniones multitudinarias.
«Este no es momento de entrar en pánico», dijo. «No es como si nunca hubiésemos pasado por esto antes. Hemos pasado por eso muchas veces antes».
Sus declaraciones se produjeron el mismo día en que el número de casos de COVID-19, la enfermedad causada por el virus, en el país se acercó a los 4,500. Además, hay al menos 81 fallecidos, dos tercios de ellos en el estado de Washington, el más afectado. En todo el mundo, más de 7,100 personas murieron por coronavirus.
Con la economía estadounidense cerca de la paralización, el promedio industrial Dow Jones perdió casi 3,000 puntos, o un 13%, en su peor jornada desde el Lunes Negro de 1987.
El repentino paro laboral llevó a los estadounidenses a preocuparse por sus empleos y sus ahorros, amenazó con sobrecargar los programas de ayudas para desempleados y elevó el miedo a que el país pueda caer en la recesión.
La decisión de seguir adelante con las primarias iba en contra de las severas recomendaciones del gobierno de Trump.
Durante las dos próximas semanas, los estadounidenses no deben reunirse en grupos de más de 10 personas, las clases se tomarán desde casa y deben evitarse los viajes no esenciales y las visitas sociales.
Por primera vez desde el inicio de la crisis, el Presidente reconoció que la pandemia podría provocar una recesión económica y sugirió que el país podría estar lidiando con el virus hasta «julio o agosto».
Las autoridades electorales en Arizona, Florida e Illinois dijeron que estaban tomando precauciones para asegurar que los votantes pueden emitir sus votos sin correr riesgos, pese a los llamados para evitar que la gente salga a la calle. Un puñado de estados ya demoraron sus primarias.
La creciente preocupación por la propagación del coronavirus estaba causando problemas en los centros de votación antes incluso de su apertura.
En el condado de Pasco, Florida, el número de trabajadores electorales que abandonaron pasó de 20 la semana pasada a más de 150 el lunes tras la confirmación del primer caso de COVID-19 en la zona. En Illinois, los condados sacaron las urnas instaladas en residencias de ancianos y ofrecían opciones para que los más preocupados pudieran entregar sus boletas mientras buscaban sustituir al personal que abandonaba a última hora. En Chicago, las autoridades buscaban reemplazo para 168 puntos de votación.
La pandemia del coronavirus ha infectado a más de 183,000 personas y matado a más de 7,100 en todo el mundo.
La enfermedad COVID-19 provoca síntomas leves o moderados para muchos y la gran mayoría se recupera. Algunas personas, especialmente ancianos o con problemas médicos previos, pueden sufrir complicaciones como la neumonía.