Por SONIA PÉREZ D. y MARÍA VERZA/AP
Las llamas de una pira en la orilla guatemalteca del río Suchiate antes de que despuntara el sol fue la señal de hoy. Una hora después, más de 3 mil migrantes, se dirigieron al puente fronterizo tras entonar una oración, el himno nacional y varias consignas. El objetivo: que les abrieran las puertas de México.
El grupo, que se autodenominó «Caravana de la esperanza, Dios es amor» avanzaba organizado: primero hombres, luego mujeres y niños, más hombres, todos tomados de los brazos para formar una cadena humana. Una avanzadilla llegó hasta la verja de hierro que pone «Bienvenidos a México» y que se mantenía cerrada, para entregar un documento. «Señor presidente, lo que queremos es trabajar». También pedían libre tránsito por México.
«Somos gente honesta, trabajadora, y venimos de una forma pacífica a dialogar con el gobierno y llegar a un acuerdo donde todos los miembros de la caravana seamos beneficiados con el permiso de movilizarnos libremente por tierras mexicanas», decía una carta que leyeron.
De fondo, sobre el puente sonaba la repetitiva grabación en bucle que les alertaba que «están ingresando de manera ilegal» a México y que no se dejaran engañar.
Del lado mexicano, un centenar de guardias nacionales equipados con equipo antimotines estaban en alerta sobre el puente que el sábado tuvo que cerrarse por un intento masivo de cruce que solo se saldó con empujones y algunos golpes, pero sin heridos. Las autoridades dejaron pasar ese día a grupos pequeños que querían solicitar asilo o empleo, pero la mayoría de las más de 600 personas que optaron por esto fueron deportadas, según el Instituto Nacional de Migración (INM), por no cumplir los requisitos.
Pero los migrantes no perdieron la esperanza y al amanecer del lunes parecían dispuestos a lanzarse por el río, que en esta temporada se puede cruzar caminando, si no podían hacerlo por el puente.
En los últimos meses, México ha redoblado los esfuerzos desplegando miles de efectivos militares en sus dos fronteras y en las principales rutas migratorias con el fin de impedir que los migrantes lleguen a territorio estadounidense, tras las amenazas del presidente Donald Trump, de sanciones comerciales y otras represalias.
A fines de 2018 miles de centroamericanos optaron por migrar masivamente formando caravanas para sentirse más seguros y tener así más posibilidades de llegar a Estados Unidos, pero esta sería la primera desde que Washington firmó acuerdos para controlar la migración con Guatemala, Honduras y El Salvador.
El gobierno mexicano declaró el domingo que las medidas puestas en marcha durante el fin de semana habían sido un éxito porque los intentos en «modo desordenado» de los migrantes por cruzar la frontera habían sido «infructuosos».
Maureen Meyer, directora para México y derechos de los migrantes en la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés), indicó que «el gobierno mexicano ha dejado claro que no ofrecerá ninguna visa que pueda utilizarse para viajar al norte, y que cualquiera que viaje sin documentación adecuada será detenido, enviando un firme mensaje al gobierno de Trump de que el gobierno mexicano está haciendo su parte para asegurarse de que los miembros de la caravana no llegan a la frontera estadounidense», dijo Meyer.
México, que en la caravana de fines de 2018 abrió sus puertas a los centroamericanos y luego empezó con la contención cada vez más fuerte ante las presiones de Estados Unidos, ha optado ahora por desplegar cientos de guardias nacionales para sellar los principales pasos de su frontera sur.
Y aunque durante el fin de semana cerró temporalmente tanto el cruce de Ciudad Hidalgo, como otro paso más al este en Tabasco, permitió la entrada de grupos pequeños teóricamente para su regularización pero, sobre todo, con afán de control y contención bajo el discurso oficial de que defiende una migración «segura y ordenada».
Al cruzar la frontera a los migrantes les dijeron que recibirían información sobre las distintas opciones de estancia legal en México, pero el INM dijo el domingo por la tarde en un comunicado que la mayoría de las más de 1.000 personas que se entregaron el sábado no cumplían los requisitos y «se procederá al retorno asistido».
«Es lamentable, muy grave», dijo Claudia León, coordinadora del Servicio Jesuita a Refugiados en Tapachula, que asegura que el INM no ha tenido posibilidad real de analizar todos los casos. «Seguramente la gente se va a sentir engañada y bastante frustrada», dijo.
Los que se entregaron a migración el sábado en Ciudad Hidalgo fueron trasladados en nueve autobuses a varias estaciones migratorias en las ciudades de Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas, y a Acayucan, confirmaron a AP varias personas con conocimiento de los traslados.