POR MARK STEVENSON /AP
CIUDAD DE MÉXICO
Los mexicanos estaban divididos sobre si el gobierno hizo lo correcto al dejar en libertad al hijo de un capo del narcotráfico luego de que sus cómplices desataron un tiroteo en la ciudad de Culiacán, en el norte del país.
Algunos sondeos indicaban que la opinión pública está dividida sobre si aceptar el argumento del gobierno de que era más importante salvar vidas que arrestar a Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante encarcelado Joaquín El Chapo Guzmán.
Las armas confiscadas después de los enfrentamientos del jueves indican que el saldo de muertes pudo haber sido muy alto si el gobierno hubiera tratado de mantener detenido a Ovidio Guzmán luego de que la patrulla militar que lo detuvo se vio rodeada por hombres armados del cártel de Sinaloa. Las fuerzas de seguridad del gobierno decomisaron una potente ametralladora, siete granadas, ocho fusiles de asalto y 20 vehículos.
Algunos hombres del cártel rodearon y comenzaron a disparar contra el complejo residencial donde viven las familias de los soldados, y luego de un par de horas, las fuerzas del gobierno recibieron órdenes de sus superiores de liberar a Ovidio Guzmán.
En Culiacán, donde los residentes atemorizados se tiraron al piso o se escondieron detrás de las paredes durante la balacera, muchos estaban aliviados de que el gobierno haya cedido.
“Ya ahora te puedo decir, a tres o cuatro días de esto, ya la gente dice ‘qué bueno que no lo agarraron’”, señaló Juan Carlos Ayala, un residente de Culiacán y profesor de la Universidad de Sinaloa que estudia la sociología del narcotráfico. “Independientemente de la posible masacre, qué bueno que no lo agarraron porque finalmente este grupo (el cártel de Sinaloa) es un mal necesario”.
Ayala comentó que, aunque los residentes de la ciudad sufrieron unas pocas horas de terror el jueves mientras hombres armados del cártel quemaban vehículos, bloqueaban caminos y disparaban contra la policía y soldados, el cártel de Sinaloa “por lo normal, no agrede a la ciudadanía”.
Desde entonces, el gobierno ha enviado más soldados de élite a Culiacán, y Ayala señaló que algunas personas temen que vuelvan a tratar de capturar a Guzmán luego de la humillación y ataques que sufrió el ejército el jueves.
“No creo que lo van a dejar así”, agregó.
De hecho, parecía que las fuerzas militares estaban dolidas. Videos supuestamente hechos por soldados que fueron publicados en las redes sociales el fin de semana llamaban “cobardes” a los hombres del cártel.
El embajador estadounidense Christopher Landau se reunió ayer con el secretario de Seguridad Pública Alfonso Durazo y líderes de las fuerzas de seguridad para hablar sobre la cooperación para reducir la cantidad de armas que ingresan ilegalmente a México desde Estados Unidos. El tema surgió el sábado en una llamada telefónica del presidente estadounidense Donald Trump a su homólogo mexicano Andrés Manuel López Obrador.
México ha intentado aprovechar su éxito en la reducción del número de inmigrantes que arriban a la frontera de Estados Unidos para hacer que la Casa Blanca haga un mayor esfuerzo en disminuir el flujo de armas ilegales contrabandeadas desde ese país a territorio mexicano. En la balacera de Culiacán los delincuentes utilizaron un arsenal impresionante que era equiparable con el de las autoridades mexicanas.
Otras voces siguieron condenando la decisión del gobierno y la describían como una rendición ante los cárteles de narcotráfico.
“El imperio de la ley deja paso al dominio de la fuerza”, dijo Luis González Pérez, director de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México.
“El que las autoridades claudiquen en el ejercicio de sus funciones como consecuencia de las acciones de particulares, representa el mayor incentivo para que continúe la impunidad y se perpetúe la violencia”, añadió.
Marko Cortés, líder del opositor Partido Acción Nacional, señaló que “el Estado mexicano fue sometido, arrodillado, humillado por el crimen organizado”.
“Al haber liberado al hijo de El Chapo, se condenó a todos los mexicanos a mayores riesgos por su vida, patrimonio y tranquilidad”, aseveró Cortés. “Se condenó a Sinaloa y otros estados de la república a seguir gobernados por el narcotráfico”.
López Obrador reiteró ayer su argumento de que era más importante salvar vidas que cualquier arresto.
Sin embargo, mencionó su deporte favorito, el béisbol –que también es una pasión entre los sinaloenses–, para restar importancia al tema y hablar de otra cosa.
“Lo más importante es que en Culiacán hay normalidad, se empezó a normalizar desde el viernes, el sábado, el domingo, incluso hubo juegos de béisbol”, comentó.
El presidente señaló con orgullo el papel que tuvo el pitcher sinaloense Roberto Osuna en la victoria de los Astros de Houston sobre los Yanquis de Nueva York, que les otorgó el pase a la Serie Mundial.
“Entonces, yo creo que en Sinaloa les importa también esto, porque tenemos que pensar en la vida que es mucho, mucho, mucho más que un mal momento, que una tarde-noche triste y de angustia”, dijo López Obrador, refiriéndose a la violencia del jueves.
Pero el eslogan de “abrazos, no balazos” del presidente para combatir al crimen parece estar en problemas.
Cifras divulgadas el fin de semana mostraron un aumento del 2.7% en los homicidios en los primeros nueve meses de 2019 con más de 26 mil 600, respecto a los 25 mil 900 registrados en el mismo periodo de 2018.