Wakonkra Kayapo de la comunidad indígena kayapó, marca el camino a seguir por el río Curua mientras busca a supuestos especuladores y madereros en la reserva indígena de Bau. FOTO LA HORA/LEO CORREA/AP

POR LEO CORREA, MARIO LOBAO Y ANNA JEAN KAISER /AP
ALTAMIRA, BRASIL

Mientras el fuego arrasaba partes de la Amazonía, Mydje Kayapó navegó en una pequeña embarcación observando el río Curuá en la reserva indígena de Baú. El olor a humo llenaba el aire, y Kayapó estaba preocupado.

«El fuego se acerca cada vez más a nuestra reserva”, dijo a un equipo de The Associated Press que visitó la zona. «Ahora está a unos 20 kilómetros (12 millas)”.

Kayapó, uno de los líderes del pueblo Baú, ayuda a organizar un grupo de vigilancia en la aldea para proteger las tierras de la comunidad de las llamas, de los madereros y mineros ilegales, y de otros que buscan explotar la zona. Con los incendios extendiéndose rápido a amplias zonas indígenas en las últimas semanas, su tarea es cada vez más crítica.

En lo que va de 2019, Brasil reportó 83 mil incendios, un 77 por ciento más que en el mismo período del año pasado. La mayoría se registraron en áreas ya deforestadas por personas que limpiaron la tierra para plantar cultivos o pasto.

Con más del 98 por ciento de las tierras indígenas del país en la Amazonía, la amenaza para grupos como los kayapó es especialmente clara.

Según el Instituto Nacional de Investigación Espacial, se estima que hay 3 mil 553 fuegos activos en 148 territorios indígenas en la región.

«Justo fuera, nuestra reserva está siendo deforestada. Está siendo gravemente destruida”, apuntó Kayapó. «Los pueblos indígenas, tenemos que estar unidos”.
Mientras una multitud de actores internacionales discuten cómo desarrollar y proteger la Amazonía, Kayapó y otros se encuentran en la primera línea de las labores de extinción y mantienen un amargo enfrentamiento con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.

Bolsonaro recibió duras críticas por su política ambiental, que según algunos está debilitando la protección de la selva tropical. El dirigente sostiene que los europeos están intentando violar la soberanía del país y alega que la demarcación de las tierras indígenas obstaculiza los intereses empresariales.

El dirigente reafirmó sus teorías en una reunión con gobernadores de la región amazónica ayer, señalando que los extranjeros están explotando las reservas para frenar el crecimiento de la economía brasileña.

«Muchas reservas están ubicadas estratégicamente, alguien arregló eso”, dijo Bolsonaro sin aclarar a quién se refería. «Los indígenas no tienen un grupo de presión (político), no hablan nuestro idioma, pero han logrado obtener el 14% de nuestro territorio nacional”.

A medida que se endurece la retórica, los jefes indígenas son los que más tienen que perder.

Saulo Katitaurlu, líder de la municipalía de Conquista D’Oeste, en el estado de Mato Grosso, parecía desolado mientras caminaba a orillas del río Sarare.

«Los no indígenas hacen los que quieren y culpan a los indígenas», manifestó Katitaurlu, explicando que cuando su grupo reportó un incendio a las autoridades, un ganadero dijo que había sido la propia tribu la que provocó el fuego.

Su comunidad, los nambikwara sarare, notó los efectos de la expansión de la agricultura y la ganadería de una forma más acentuada este año, apuntó agregando que los inspectores “no persiguen” a los delincuentes.

«Hace algunos años hubo algunos (incendios) pero ahora hay más”, afirmó Katitaurlu. «Con la Amazonía en llamas, este es el mayor (incendio) que hemos tenido nunca y el humo está llegando aquí. Hoy el cielo está limpio, pero hace dos días estaba lleno de humo y calor”.

En los últimos días, los líderes de las siete naciones más industrializadas del mundo, el G7, se comprometieron a ayudar a la región amazónica con 20 millones de dólares, además de una donación independiente de 12 millones de dólares realizada por Gran Bretaña y de otra de 11 de Canadá.

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