POR PETER PRENGAMAN
BRASILIA
Agencia (AP)

El presidente de Brasil, Michel Temer, dijo ayer que no está preocupado de que las acusaciones de corrupción en su contra puedan llevar a su encarcelamiento después de dejar el cargo el 1 de enero.

En una reunión con corresponsales extranjeros en el palacio presidencial en Brasilia, Temer afirmó que los procesos en su contra carecían de mérito, incluso cuando, señaló, impidieron a su gobierno concretar reformas importantes, como la del sistema de pensiones.

“Estoy tranquilo. No estoy preocupado en lo más mínimo”, declaró Temer, de 78 años, y agregó que confía en que las acusaciones en su contra sean desestimadas.

Mientras ocupe la presidencia, Temer tiene inmunidad parcial, la cual le ha ayudado a evitar procesos penales. En dos ocasiones, la Cámara de Diputados del Congreso encargada de intervenir en los asuntos que involucran al presidente votó en contra de que Temer fuera enjuiciado por los cargos presentados por el procurador general.

Sin embargo, cuando Temer deje la presidencia, esos procesos pasarán al sistema judicial ordinario.

En los últimos cuatro años, varios empresarios y políticos, entre ellos el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, fueron condenados y encarcelados en medio de una enorme pesquisa de corrupción conocida como “Autolavado”. Las acusaciones contra Temer están relacionadas con esa investigación, que se centró en constructoras que pagaron a los políticos por favores, a menudo con dinero de contratos inflados de obras públicas.

Observadores jurídicos consideran que los procesos contra Temer tienen sustento y muy probablemente seguirán su curso. En las últimas semanas, diversos medios locales han informado que Temer podría ser nombrado como embajador por parte del gobierno entrante del presidente electo Jair Bolsonaro.

Ese nuevo cargo daría a Temer la misma inmunidad parcial otorgada a los legisladores federales, miembros del Gabinete y a otros funcionarios de alto rango. La ley estipula que solo el máximo tribunal de la nación, el Supremo Tribunal Federal, puede decidir si las acusaciones proceden o se enjuicia a algún funcionario en particular, lo que en la práctica demora cualquier proceso.

Sin embargo, asignar a Temer a una embajada podría ser problemático para Bolsonaro, quien prometió “cero tolerancia” a la corrupción durante su campaña.

Ayer, Temer dijo que no dejará de estar activo y tiene previsto tomarse un tiempo. Sin embargo, se negó a dar detalles y destacó en tono de broma que ya no tiene 50 años.

Temer, un político famoso por su capacidad para impulsar iniciativas en el Congreso, fungía como vicepresidente cuando la mandataria Dilma Rousseff fue destituida en 2016 mediante un juicio político. Cuando asumió la presidencia, Temer se presentó como un reformador listo para sacar a la nación más grande de América Latina de su peor recesión en décadas.

Aunque su gobierno estuvo plagado de escándalos varios ministros tuvieron que renunciar por acusaciones de corrupción en las primeras semanas Temer logró que Brasil avanzara en muchos frentes.

Una reforma importante a la ley laboral fue aprobada y en 2017 el producto interno bruto creció 1% después de una contracción de casi el 4% en los dos años anteriores.

Temer había dicho que tal vez buscaría la reelección este año a pesar de sus índices de aprobación por debajo del 10% durante la mayor parte de su tiempo en el cargo. Sin embargo, sus propios escándalos de corrupción no solo hicieron que esos planes fueran poco realistas y frustraron gran parte de su agenda, sino que también amenazaron con ponerlo tras las rejas.

El año pasado, el procurador general Rodrigo Janot acusó en dos ocasiones a Temer en casos relacionados con presuntos sobornos y obstrucción de la justicia. La policía federal también lo investiga en un tercer proceso en el que se le acusa de utilizar sobornos para financiar las renovaciones a una propiedad familiar.

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