Estambul/dpa

Arabia Saudí confirmó ayer la muerte del periodista Jamal Khashoggi en su consulado en Estambul, informó la agencia oficial de noticias SPA.

La muerte del periodista, que se encontraba desaparecido desde el 2 de octubre, ocurrió como consecuencia de una pelea a puñetazos, según añadió la agencia citando una investigación preliminar realizada por fiscales saudíes y sin dar precisiones sobre los motivos de la pelea.

El periodista, muy crítico con el poderoso príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, visitó el consulado de su país en Estambul el 2 de octubre para recoger unos documentos que le permitirían casarse con su novia turca. Desde entonces no había rastros de su paradero.

Khashoggi vivía desde el año pasado en Estados Unidos por miedo a represalias por sus críticas y escribía una columna para «The Washington Post».

Las autoridades saudíes expresaron su firme disposición a evitar que se repita «un error tan grave en el futuro», informó SPA, citando a una fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Asimismo, manifestaron su agredecimiento «a la cooperación mostrada por el Gobierno fraternal de Turquía bajo el liderazgo de su excelencia Recep Tayyip Erdogan, cuyos esfuerzos y cooperación contribuyeron significativamente a la investigación del asesinato».

En el marco de la investigación, en curso, fueron arrestadas ya 18 personas, todas de nacionalidad saudí.

El subjefe de inteligencia general Ahmed al-Asiri y el asesor de la corte real Saud al-Qahtani fueron despedidos de sus cargos a raíz de lo sucedido, según SPA.

También fueron despedidos el mayor general Mohammed bin Saleh Al-Rumaih, jefe de la Dirección General de Inteligencia; y el general Rashad bin Hamed Al-Muhamadi, director de la Dirección General de Seguridad y Protección, junto a un tercer funcionario cuyo nombre no trascendió.

Además se emitió un decreto real que instruye al príncipe heredero a presidir un comité para reestructurar la agencia de inteligencia del país, redefinir sus poderes y modernizar sus regulaciones.

Las autoridades saudíes no brindaron por el momento información sobre el destino del cuerpo de Khashogli.

Poco antes de que se difundiera esta información, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había calificado el caso como algo «muy serio» y había deslizado la posibilidad de que se implementen sanciones contra Arabia Saudí, lo cual requeriría luz verde del Congreso.

Algunos legisladores estadounidenses reaccionaron con incredulidad a la versión dada por los saudíes. «Decir que soy escéptico con respecto a la nueva narrativa saudí sobre el Sr. Khashoggi es un eufemismo», escribió el destacado senador republicano Lindsey Graham, y consideró difícil aceptar «como creíble» la versión sobre su muerte.

El congresista demócrata Adam Schiff también cuestionó la credibilidad de los saudíes y tuiteó: «El reino debe rendir cuentas. Si el Gobierno no lo hace, el Congreso debe hacerlo».

Pero la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, destacó que Arabia Saudí «ha tomado medidas contra los sospechosos identificados hasta el momento».

«Nos entristece escuchar la confirmación de la muerte del Sr. Khashoggi, y ofrecemos nuestras más profundas condolencias a su familia, prometida y amigos», agregó.

Por su parte, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, manifestó estar «profundamente preocupado» por la confirmación de Arabia Saudí sobre la muerte del periodista.

«El secretario general (…) extiende sus condolencias a la familia y amigos de Khashoggi», dijo en una declaración el portavoz de Guterres, Stephane Dujarric.

«El secretario general subraya la necesidad de una investigación rápida, exhaustiva y transparente sobre las circunstancias de la muerte», agregó Dujarric.

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