POR REDACCIÓN LA HORA/AP
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El izquierdista Andrés Manuel López Obrador, considerado virtual ganador de las elecciones presidenciales de ayer en México, dio su primer discurso para agradecer a los votantes y fijar posición sobre los principales temas de su agenda y erradicar la corrupción e impunidad que la situó como su misión principal.

“Bajo ninguna circunstancia, el próximo Presidente de la República permitirá la corrupción ni la impunidad. Sobre aviso no hay engaño: sea quien sea, será castigado. Incluyo a compañeros de lucha, funcionarios, amigos y familiares. Un buen juez por la casa empieza”, dijo Obrador en su discurso de anoche luego de empezar a conocerse la tendencia de votos.

Manuel López Obrador hizo un importante énfasis en el tema anticorrupción en su pronunciamiento, situando el combate a esa problemática como su misión principal.

“La transformación que llevaremos a cabo consistirá, básicamente, en desterrar la corrupción de nuestro país. No tendremos problema en lograr este propósito porque el pueblo de México es heredero de grandes civilizaciones y, por ello, es inteligente, honrado y trabajador”, indicó.

López Obrador puntualizó el asunto de la siguiente manera: “La corrupción no es un fenómeno cultural sino el resultado de un régimen político en decadencia. Estamos absolutamente seguros de que este mal es la causa principal de la desigualdad social y económica y de la violencia que padecemos. En consecuencia, erradicar la corrupción y la impunidad será la misión principal del nuevo gobierno”.

A la vez, aseguró que los ahorros que logren con el combate a la corrupción serán destinados al desarrollo de México y por ello, no habrá necesidad de aumentar los impuestos.

“Todo lo ahorrado por el combate a la corrupción y por abolir los privilegios, se destinará a impulsar el desarrollo del país. No habrá necesidad de aumentar impuestos en términos reales ni endeudar al país. Tampoco habrá gasolinazos. Bajará el gasto corriente y aumentará la inversión pública para impulsar actividades productivas y crear empleos”, puntualizó.

EL HARTAZGO POR LOS POLÍTICOS TRADICIONALES

El favorito de las elecciones presidenciales de ayer, Andrés Manuel López Obrador, ofreció en su discurso de victoria una promesa para transformar a un país que en las urnas mostró su hartazgo de partidos políticos tradicionales que dispararon la violencia y corrupción. Y aunque AMLO se mostró conciliador, también aseguró que encabezaría una reforma radical pacífica que permita atender a los más pobres.

“No les fallaré, no voy a decepcionarles, no voy a traicionar al pueblo”, dijo. “Mantengo mis ideales y principios, que son el destino más importante en mi vida, pero también confieso que tengo una ambición legítima: quiero pasar a la historia como un buen Presidente de México”.

AMLO, como lo conocen sus seguidores, fue reconocido por sus contrincantes como el triunfador de los sufragios más grandes de la historia de México incluso antes de que se dieran a conocer cifras oficiales y luego de que sondeos a boca de urna le dieran una amplia diferencia.

El corazón de la Ciudad de México, el centro histórico, hervía en aplausos y gritos de júbilo cuando López Obrador inició su discurso de victoria primero en un hotel y luego se dirigió al Zócalo, un lugar de fuerte simbolismo político.

Con la voz pausada que lo caracteriza, AMLO reafirmó las ideas que mantuvo a lo largo de su campaña. “Llamo a todos los mexicanos a la reconciliación, a poner por encima de los intereses personales el interés general… la patria es primero”, dijo ante miles de sus simpatizantes.

Banderas mexicanas, cánticos y gente bailando daban color a la noche mientras AMLO agradecía a sus rivales en la contienda, al actual mandatario Enrique Peña Nieto –quien reconoció también su triunfo– y a los medios de comunicación que “no fueron como en otras ocasiones, correa de transmisión de la guerra sucia”.

Luego dijo que buscaría establecer una auténtica democracia y que aunque habría cambios profundos, todo se daría con apego al orden legal establecido.

A su alrededor, sus simpatizantes lo ovacionaban.

TRIUNFO RECONOCIDO POR RIVALES Y CIUDADANÍA

“Este es el verdadero cambio que esperaba México y no cuando el PAN ganó al PRI”, dijo poco antes un profesor de psicología que se sumó a los festejos y recordó la primera derrota en décadas del partido oficialista en el año 2000.

El consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, informó que los resultados del primer coteo rápido oficial le daban la ventaja a AMLO con un 53 por ciento. Le seguía Ricardo Anaya con 22 por ciento y el oficialista José Antonio Meade quedaría en tercer lugar con poco más de 15 por ciento.

Acto seguido, Peña Nieto dirigió un mensaje a la nación para reconocer el resultado y felicitar al candidato.

En un gesto inusual en la política mexicana en la cual los candidatos suelen agitar el fantasma de los fraudes, Meade y Anaya salieron pocos minutos después del cierre de casillas, cuando se publicó una primera encuesta de salida, a reconocer que la tendencia no los favorecía.

“Por el bien de México le deseo el mayor de los éxitos”, aseguró Meade, representante de la coalición a la cual pertenece el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que actualmente detenta el poder.

“Ninguna democracia funciona sin demócratas”, aseguró Anaya por su parte.

MEXICANOS BUSCAN CAMBIOS

El hartazgo y la necesidad de un cambio fue el principal sentimiento con el que los mexicanos acudieron a las urnas en unas elecciones que podrían suponer el giro a la izquierda de un país cansado de los partidos políticos tradicionales que fueron incapaces de contener la corrupción, la violencia y la desigualdad.

“Es un gran triunfo que por fin haya habido elecciones limpias”, dijo a la AP satisfecho Agustín Mendoza, un chofer de 54 años para quien “no se había visto nunca” que los postulantes contrarios salieran a felicitar al triunfador a los pocos minutos. “Es un ejemplo que la democracia mexicana va en ascenso”.

A las seis de la tarde hora del centro comenzaron a cerrar las primeras casillas pero aquellas en las que todavía había votantes permanecieron abiertas hasta que todos ejercieron su derecho debido a las diferentes zonas horarias en México.

Las primeras encuestas de salida difundidas por medios locales predecían que López Obrador y sus aliados retendrían además la mayoría en las Cámaras de Senadores y Diputados, que también estuvieron en juego.

De acuerdo con estos sondeos no oficiales, los aliados de MORENA de López Obrador –que conformó la coalición “Juntos Haremos Historia”– tendrían ventaja en gobernaciones en los estados de Chiapas, Morelos, Tabasco, Veracruz, Puebla y la Ciudad de México.

Sólo parecería que el conservador PAN obtendría la victoria en el estado de Guanajuato.

QUERÍAN CAMBIOS INCLUSO EN OTRAS OPCIONES

El ansia de cambio era una expectativa, incluso de quienes apoyaron otras opciones.

“La situación no puede seguir así pero, definitivamente, lo que no quiero es que gane López Obrador”, explicó Nayarí López, originaria de Monterrey pero que votó en la capital. “Nos lo jugamos todo”, agregó tras asegurar que su sufragio iría para el conservador Anaya porque le parecía lo más “útil” con el fin de contrarrestar al izquierdista.

Incluso los que se dijeron simpatizantes de Meade, aseguraban que ese era el candidato del cambio porque no está afiliado oficialmente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) al cual representaba su coalición.

“Meade es el mejor preparado”, decía Lourdes Hernandez, enfermera y maestra jubilada. “Lo que tenemos que hacer es estar controlando al que gane para que no robe”.

La jornada transcurrió con relativa calma aunque no faltaron algunos incidentes aislados. En la zona serrana de Veracruz, por ejemplo, una casilla fue cerrada durante unas horas debido a la presencia de hombres armados

Las palabras y carisma de López Obrador para quien este era el tercer, y según dijo, último intento de llegar a la Presidencia –se postuló en 2006 y 2012– le consiguieron mucho apoyo pero algunos de los que dijeron que votarían por él y lo vitoreaban en sus mítines, como Juan Carlos Enríquez, un joven de 30 años de la capital, no le dieron un cheque en blanco.

“Claro que quiero que gane, pero tiene que cumplir sus promesas y no convertirse en uno como los demás”, indicó Enríquez.

Por encima de ideologías, los comicios se convirtieron en una suerte de referendo popular sobre la corrupción de funcionarios que desviaron recursos del Estado y sobre la violencia, que mantiene su goteo diario de muertos y los altos índices de violencia política contra políticos locales previos al día de las votaciones.

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