Por JEREMY HAINSWORTH y ROB GILLIES
VANCOUVER, CANADÁ
Agencia (AP)

El proyecto para un oleoducto que ampliaría enormemente las exportaciones de petróleo a Asia divide a Canadá. De un lado, grupos de indígenas y quienes temen posibles daños ambientales en la pintoresca costa próxima a Vancouver. Del otro, el gobierno y la influyente industria de la energía.

La ampliación del oleoducto Trans Mountain triplicaría la capacidad de la tubería que traslada el crudo extraído en las alquitranadas arenas al norte de Alberta a través de las cumbres nevadas de las Montañas Rocosas de Canadá. Desembocaría en una terminal a las afueras de Vancouver, lo multiplicaría por siete el número de buques cisterna en una zona de gran sensibilidad medioambiental que vive del turismo y la pesca.

«Me sorprende que la gente esté dispuesta a arriesgarse a un catastrófico vertido de petróleo en Vancouver”, señaló Stewart Phillip, gran jefe de la Unión de Jefes Indígenas de Columbia Británica, que representa a 115 grupos aborígenes que se oponen a la expansión.

Muchos nativos consideran que la nueva tubería de mil kilómetros (620 millas) es una amenaza para sus tierras, una preocupación similar a la de los nativos estadounidenses por el proyecto Keystone XL. En Canadá, muchos sostienen que presenta una preocupación medioambiental más amplia al permitir un mayor desarrollo de las arenas de petróleo, que tienen un alto contenido en carbono.

Pero el proyecto cuenta también con un fuerte respaldo en un país donde la producción de energía se ha convertido en un sector clave de la economía. El gobierno del primer ministro, Justin Trudeau, aprobó la ampliación alegando que era «económicamente necesaria”, permitiéndole superar a la oposición a un plan fiscal al carbono que ayudaría al país a reducir sus emisiones de gases con efecto invernadero.

«Este oleoducto es la oportunidad económica más importante que tendrá Canadá en un futuro cercano”, fijo Jason Kenney, líder del partido conservador de Alberta.

Ante los recursos legales interpuestos por el gobierno de Columbia Británica, la empresa responsable del proyecto, la estadounidense Kinder Morgan Inc., paralizó la inversión esencial en el proyecto el mes pasado y dijo que lo cancelaría por completo si Ottawa y Columbia Británica no pueden asegurar que podrá seguir adelante con la obra.

Los defensores de la vertiente económica del proyecto señalan que Canadá tiene la tercera mayor reserva de petróleo del mundo, pero tienen una gran dependencia de las refinerías de Estados Unidos donde su crudo se vende con un descuento de entre 15 y 30 dólares por barril.

Canadá quiere diversificar sus exportaciones a Asia, donde el petróleo tiene un precio más alto. El descuento supone que los gobiernos canadienses dejan de ingresar miles de millones de dólares.

«Si tuviéramos acceso a los mercados globales a través de un oleoducto en la costa generaríamos unos 40 millones de dólares diarios más para la economía canadiense”, agregó Kenney.

El proyecto ha enfrentado a Alberta con la región costera de Columbia Británica, donde hay una gran preocupación por la pesca, el valor de las propiedades inmobiliarias, el turismo y el cuidado de los océanos. El alcalde de Vancouver, Gregor Robertson, dijo que la tubería es un “riesgo inaceptable” que amenaza a 10 mil empleos en el puerto.

«¿Cómo puede haber interés en Canadá si va totalmente en contra del interés de Columbia Británica?”, se preguntó George Heyman, responsable de Medio Ambiente de la región.

Está previsto que la expansión del Trans Mountain incremente el número de buques de los alrededor de 60 a 400 anualmente, ya que la producción del oleoducto pasará de 300 mil a 890 mil barriles diarios.

Algunos temen un daño mayor que el causado en 2007 por una rotura de la instalación en Burnaby, un suburbio de Vancouver. Una topadora golpeó la tubería existente provocando un vertido de 224 mil litros de crudo, que cubrió las casas cercanas y se filtró hasta el puerto.

Los críticos están totalmente en contra del concepto de las arenas petrolíferas, porque la extracción del crudo requiere una gran cantidad de energía y agua, aumenta las emisiones de gases con efecto invernadero en un 10% en Canadá y amenaza a océanos y ríos por posibles vertidos y a los bosques por las enormes minas a cielo abierto.

Con el plazo máximo del 31 de mayo acercándose, líderes nativos y ambientalistas se comprometieron a hacer lo que sea necesario para impedir la obra, incluso encadenarse a los equipos de construcción.

«Van a ver una pelea muy dramática”, advirtió el gran jefe Phillip.

Phillip amenazó con un enfrentamiento al estilo de la “crisis de Oka”, una violenta confrontación de dos meses entre indígenas en Quebec y el ejército en 1990.

«Espero que no se llegue a eso. Supongo que en los próximos meses se verá”, dijo Heyman.

Más de 200 personas, incluyendo dos legisladores, fueron detenidas ya en un buque petrolero y en la terminal de Kinder Morgan en Burnaby.

«Tienen que tender mil kilómetros de tubería a través de territorio hospital”, apuntó Kennedy Stewart, uno de los parlamentarios arrestados. «El ministro federal de Recursos Naturales dijo que utilizaría a las fuerzas de seguridad y a la policía para permitirlo. No puede hacer eso. Es ridículo”.

El gobierno de Columbia Británica espera el veredicto de un tribunal sobre si tiene derecho o no a exigir que las empresas obtengan licencias para transportar petróleo en su provincia. En respuesta, Alberta amenazó con cortar las exportaciones de petróleo a la región.

El director general de Kinder Morgan, Steve Kean, señaló que la atmosfera política no ha hecho más que empeorar desde que amenazó con marcharse el mes pasado.

Trudeau ha ofrecido apoyo financiero para el proyecto. «Han escuchado al primer ministro decir que el oleoducto se construirá. Esta es la posición del gobierno de Canadá”, dijo el ministro federal de Recursos Naturales, Jim Carr.

Si no se materializa, la imagen de Trudeau se debilitará, dijo Ujjal Dosanjh, un exlegislador del partido del primer ministro.

Esta situación podría poner en peligro también la reputación de Canadá como centro de negocios.

Wenran Jiang, presidente del Canadá-China Energy & Environment Forum, dijo que Beijing está expectante por tener acceso al petróleo canadiense, pero ha perdido la esperanza de que se construya el oleoducto en la costa del Océano Pacífico.

«Su conclusión es que los canadienses no pueden hacer nada”, dijo.

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