DPA/AP/WASHINGTON

El presidente Donald Trump firmó hoy documentos para iniciar el retiro estadounidense del propuesto Acuerdo Transpacífico, cumpliendo así con una promesa de campaña.

La medida es una mera formalidad ya que el acuerdo no había sido ratificado por el Senado. Expertos en el tema afirman que era poco probable que la cámara alta lo aprobara ante el escepticismo imperante sobre los acuerdos comerciales y la posibilidad de lleven a la eliminación de empleos.

Trump calificó la decisión de «algo magnífico para los trabajadores estadounidenses».

No queda claro si Trump tratará de concretar acuerdos individuales con las otras 11 naciones que comprenden el pacto, un grupo que según el Banco Mundial abarca el 13,5% de la economía mundial.

Trump sostiene que la pérdida de empleos de fábrica en Estados Unidos se debe a acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, o el que permitió la entrada de China a la Organización Mundial de Comercio.

Trump firmó la orden en el Salón Oval de la Casa Blanca frente a las cámaras de televisión.

El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) fue firmado en febrero por 12 países en Nueva Zelanda, aunque todavía tiene que ser ratificado por cada uno de ellos. El decreto de Trump para retirarse del acuerdo representa un duro golpe para los signatarios.

Tras siete años de negociaciones, los 12 países habían llegado a un acuerdo para crear la mayor zona de libre comercio del mundo. Además de Estados Unidos lo suscribieron en su momento Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.

Con sus 12 firmantes, los países del TPP nucleaban una población de 800 millones de personas, un 40 por ciento de la economía mundial y un 25,9 por ciento del comercio global (unos 11,07 billones de dólares).

El acuerdo prevé la desaparición de casi todos los aranceles, unos 18.000 a artículos agrícolas e industriales, entre ellos ropa y textiles, y regula la prestación de servicios y negocios financieros. También establece la protección de los derechos de autor y de marca, unos estándares mínimos de protección medioambiental y el respeto a los derechos de los trabajadores.

Los críticos del TPP argumentan que los estándares mínimos no son suficientes. Consideran que el acuerdo está diseñado para maximizar los beneficios de las empresas multinacionales y que deja de lado a los más pobres. El aspecto más controvertido es el sistema de resolución de disputas (ISDS), que permite que una empresa demande a un Gobierno en un tercer país.

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