PARÍS
AP
Menos despreocupación, más vigilancia policial: Francia es otra desde que los extremistas del grupo Estado Islámico asesinaron a 130 personas en los ataques más cruentos en el país, perpetrados hace un año.
Ante el temor de mayores divisiones, los sobrevivientes y las familias de las víctimas conmemoraron ayer el aniversario de aquellos actos violentos con un llamado a la unidad nacional.
El turismo ha bajado, las fuerzas armadas recorren las calles y Francia continúa bajo un estado de emergencia que grupos de derechos humanos consideran ofensivo e ineficaz, pero que el primer ministro dice podría volver a extenderse.
«Siempre estamos con este temor que pesa mucho en nuestros corazones. Siempre intentamos ser cuidadoso. Y cada vez que pasamos por aquí, los recordamos», dijo Sabrina Nedjadi, quien rindió ayer un homenaje a las víctimas en las dos cafeterías atacadas en el multicultural sector oriental donde ella vive en París
A mediodía, centenares de globos fueron soltados en recuerdo de las víctimas; al atardecer, linternas encendidas de papel fueron soltadas en el canal Saint Martin. Tenían los colores rojo, blanco y azul, de la bandera tricolor francesa.
Mucha gente, incluidas muchas familias con niños, acudió al canal y puentes próximos para observar en silencio el trayecto a la deriva de las linternas.
Algunos temen que sea Francia la que ande a la deriva ante la incapacidad del gobierno para derrotar a un enemigo extremista amorfo en momentos en que las autoridades restringen las libertades que tanto atesoran los franceses.
Mientras aviones militares franceses atacan baluartes del grupo EI en Irak y Siria, el estado de emergencia en el país concede mayores facultades a la policía para que allane viviendas y vigile las comunicaciones.
Sin embargo, esas medidas no lograron impedir nuevos ataques contra Francia en el último año, como el atentado en el que un hombre arrolló a varias personas en Niza con un camión, y que dijo ser leal al grupo extremista.