PANAMÁ
AP

Desde hace tiempo los panameños abordan con humor la reputación de su país como paraíso financiero para narcotraficantes, evasores fiscales y oligarcas corruptos. Bromean que, si son chanchulleros, se debe a que lo han aprendido de las naciones acaudaladas del mundo.

Esa actitud ha resurgido tras el revuelo desatado por la filtración de 11,5 millones de documentos confidenciales de la firma de abogados Mossack Fonseca, con sede en Panamá, en los que quedan al descubierto detalles de cómo algunas de las personas ricas y poderosas del mundo canalizan sus activos a compañías fachada secretas establecidas en ese país y en otras jurisdicciones sujetas a leyes laxas.

Ramón Fonseca, cofundador de la compañía, dijo ayer que el éxito de su país en establecerse como un gigante bancario offshore ha generado celos entre sus rivales del primer mundo en una época de creciente competencia y escrutinio al sector tras la crisis financiera global.

«Es muy injusto todo lo que pasa porque no hay un level playing field (una cancha pareja)», dijo Fonseca a The Associated Press en una entrevista. «Sin lugar a dudas si esto le pasara a una empresa en Delaware no pasa nada. Pero como pasa en Panamá es titular de primera página en todos los periódicos del mundo».

El país centroamericano consolidó su estatus como un centro de lavado de dinero en la década de 1980, cuando el general Manuel Noriega, el dictador que lo gobernaba, le puso una alfombra roja a los cárteles colombianos del narcotráfico. Y ha seguido siendo un imán para el dinero de fuentes ilícitas, así como lícitas, debido a su economía dolarizada y su ubicación entre América del Norte y del Sur.

Pero el país no está solo en su actitud permisiva hacia las empresas fachada, que la Red de Justicia Fiscal con sede en Gran Bretaña calcula ocultan de 21 a 32 billones de dólares en riqueza financiera no gravada o con un gravamen muy bajo. Panamá se ubica en el 13er sitio en el índice de confidencialidad financiera de ese grupo, una posición mejor que la de Estados Unidos, que está en el tercer lugar.

En 2014, un grupo de académicos escribió un libro titulado «Global Shell Games» («Juegos Fachada Globales») que examina a los paraísos fiscales. Utilizaron correos electrónicos para poner a prueba a empresas fachada: se dirigieron a 3 mil 700 proveedores de servicios corporativos en 182 jurisdicciones haciéndose pasar como diversos tipos de clientes, desde los de bajo hasta los de alto riesgo, incluidos narcotraficantes y grupos terroristas. Los hallazgos fueron sorprendentes.

El presidente panameño Juan Carlos Varela se ha comprometido a cooperar con cualquier investigación judicial derivada de la filtración, y la procuraduría del país indicó el lunes que examinará los documentos filtrados para ver si revelan alguna actividad ilegal.

Varela dice tener «tolerancia cero» para delitos financieros, y le gusta mencionar cómo impulsó en el Congreso el año pasado una ley que amplía la supervisión de más de 12 sectores económicos no financieros, desde bienes raíces hasta casinos.

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