Madrid
Agencia dpa

El socialista Pedro Sánchez se la juega a todo o nada. La formación de un Gobierno en España es misión casi imposible, pero solo convirtiéndose en el nuevo jefe del Gobierno tiene asegurada la supervivencia política.

En las elecciones de diciembre, obtuvo el peor resultado en la historia del Partido Socialista (PSOE) -aunque consiguió mantenerse como segunda fuerza parlamentaria- y se enfrenta a las negociaciones por su investidura desde una posición de debilidad.

Nunca antes había asumido el encargo de formar gobierno alguien que no fuera el líder de la fuerza más votada en las elecciones, pero Mariano Rajoy declinó intentarlo por falta del apoyo suficiente para ganar la votación de investidura.

«Iniciamos un camino apasionante. Vivimos un momento histórico y debemos estar a la altura del momento. Iniciamos un camino que en la mochila lo que llevamos es ilusión, responsabilidad, principios, convicciones y generosidad», dijo hoy.

Sánchez tiene solo 90 de los 350 diputados y su liderazgo está en cuestión en su partido, donde importantes dirigentes regionales esperan la oportunidad de apearlo del poder prácticamente desde julio de 2014, cuando fue proclamado secretario general del PSOE.

Esos barones le han marcado líneas rojas que dificultan aún más una ardua misión a la que muchos otorgan pocas posibilidades de éxito, entre ellos Rajoy, que espera que el fracaso le haga valorar la oferta de formar con su Partido Popular (PP) y con Ciudadanos una gran coalición que hasta ahora él ha rechazado rotundamente.

Sánchez (Madrid, 1972) llegó al cargo de la nada. Profesor universitario de Economía, era un diputado desconocido cuando comenzó a recorrer España con su Peugeot 407, visitando las agrupaciones socialistas a las que no llegaba nadie.

Preparaba el terreno para las primarias en las que un partido a la deriva desde la derrota electoral de 2011 quería elegir meses después a su candidato a la presidencia del gobierno en las elecciones generales de 2015. Pocos le veían posibilidades.

En su camino de miles de kilómetros, en el que dormía en casas de militantes y hacía siestas en gasolineras de carretera para no dormirse al volante, se cruzó la dimisión del entonces líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, tras la debacle de los comicios europeos de mayo de 2014.

Aprovechó el momento y fue impulsado en las primarias frente a sus contrincantes por la todopoderosa Susana Díaz, la jefa del gobierno regional de Andalucía, que pronto se convirtió sin embargo en su principal rival interna, en espera del momento de sustituirle.

Si Sánchez llega a La Moncloa, Díaz y los demás críticos quedarían desactivados. Si no lo logra, tiene muchas posibilidades de ser desbancado en las primarias y el congreso que el PSOE celebrará en mayo. «Sánchez inicia una negociación a la desesperada para ser presidente», titulaba hoy en primera página el diario «El Mundo».

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