La Habana
Agencia dpa

Después de más de cinco décadas de enfrentamiento entre Cuba y Estados Unidos, el anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países generó esperanzas entre los cubanos, pero también el temor a que Washington elimine leyes que privilegian la emigración desde la isla como la Ley de Ajuste Cubano.

En los primeros nueves meses de este año, 27 mil cubanos llegaron a Estados Unidos, un 78 por ciento más que en igual período del 2014, según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense.

El aumento se debe a que los cubanos tienen miedo a la derogación de la Ley de Ajuste Cubano, promulgada en 1966 y que permite la entrada a territorio estadounidense, donde reciben de forma automática un permiso de trabajo y tras un año de permanecer en Estados Unidos obtienen la residencia permanente. Una ventaja que no tienen los migrantes de ningún otro país del continente.

Bajo el mandato del presidente Bill Clinton, desde 1995 también se aplica la política conocida popularmente como «pies secos-pies mojados», por la que se acepta la entrada al país de todos los cubanos que logran poner pie en tierra norteamericana, mientras que son devueltos a Cuba los que son interceptados en el mar por los guardacostas estadounidenses.

Clinton impulsó esta política migratoria para evitar las imágenes de miles de cubanos a la deriva en precarias embarcaciones como sucedió en 1994 con la conocida como «crisis de los balseros».

A pesar de los temores, en una reciente visita a la isla el subsecretario de Seguridad Interna de EE. UU., Alejandro Mayorkas, aseguró que se mantendría la Ley de Ajuste Cubano, pero los cubanos que buscan mejores oportunidades económicas en Estados Unidos piensan que puede ser eliminada en cualquier momento.

México es la principal ruta terrestre de los cubanos a los Estados Unidos, por lo que las autoridades mexicanas están endureciendo la concesión de visados a los cubanos.

El pasado 8 de noviembre, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto y su homólogo cubano, Raúl Castro firmaron un acuerdo migratorio, para garantizar el flujo «legal, seguro y ordenado», aunque hasta el momento no se han publicado los detalles del mismo.

En determinados momentos de crisis interna el gobierno cubano ha abierto sus fronteras. En 1980 abrió el puerto del Mariel, cercano a La Habana, para que cubanoamericanos pudiesen venir a recoger a sus familiares a la isla.

Aquel permiso de salida del que se beneficiaron más de 100 mil personas, terminó en polémica bajo acusaciones al gobierno cubano de mezclar a presos y delincuentes entre los familiares que querían salir del país.

En enero de 2013, Cuba hizo una reforma de su política migratoria y eliminó mecanismos de control que durante décadas habían servido para contener la migración. La conocida popularmente como «carta blanca» del gobierno para autorizar la salida del país de los cubanos era eliminada y dejaba en manos de las embajadas extranjeras la tarea de otorgar las visas de entrada a sus países.

La reacción de Cuba ante la actual crisis migratoria que se originó en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua ha sido la del silencio informativo. Los medios cubanos no publicaron noticias sobre la situación fronteriza y algunos periodistas cubanos se han limitado a publicar breves comentarios en sus perfiles personales de las redes sociales.

El pasado martes se produjo la primera reacción oficial del gobierno cubano. El ministerio de Relaciones Exteriores difundió una nota oficial en la que señalaba que estaba en contacto con los gobiernos de los países afectados y que las puertas de Cuba estaban abiertas a los que quisieran volver.

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