Por ESTEBAN FELIX
MANAGUA, Nicaragua Agencia AP

Entre el ruidoso motor que hace girar la rueda de Chicago y el son de las trompetas y tambores, indios y diablitos rojos y negros invaden durante el mes de agosto la capital nicaragüense para venerar la diminuta imagen de Santo Domingo de Guzmán, encontrada por un campesino cuando cortaba un árbol de madero negro en 1885.

Hoy, 130 años después, la celebración religiosa mantiene a sus principales personajes que heredan por generaciones sus promesas y la manera de vestir y bailar al santo por los favores concedidos. Cada devoto tiene un motivo para bailar y celebrar en los alrededores de la iglesia de Las Sierritas y la festividad religiosa se convierte en un carnaval.

_Pie Inter21_1b«Tengo 45 años de bailar al Santito, me visto de diablito rojo, pinto mi piel con colorante de ladrillo, todos mis familiares cercanos, hijos, hijas, nietos van al santo vestidos de diablitos porque yo los he llevado», dijo el lustrabotas Guillermo de Jesús Zapata, de 57 años.

Durante 10 días la iglesia de Santo Domingo se ve rodeada de miles de feligreses de diferentes clases sociales, precarios juegos mecánicos, vendedores de todo tipo de artículos religiosos, comidas típicas, juegos de azar, juguetes y artesanías. Algunos devotos cumplen sus promesas de rodillas, mientras otros bailan al son de los chicheros (la banda musical) y beben altas dosis de licor en el interior y en las afueras del templo.

Según Zapata, Santo Domingo lo curó. «En mis tiempos yo consumí mucho guaro (licor) y fumaba muchos cigarros. Un día, en plena fiesta del santito, mientras bebía y fumaba perdí el conocimiento, y cuando volví en sí, estaba en mi casa, no sabía cómo había llegado, regrese a buscar al santo y a mi familia, desde ese momento me olvidé de esos vicios, ya no hay guaro, ya no hay cigarros, ya no hay nada».

Wilmor López, especializado en folclore nicaragüense, dijo que Santo Domingo es el santo popular de los capitalinos que lo llaman «Minguito» por su diminuto tamaño de ocho centímetros. La celebración data de la década de 1850 y las fiestas están ligadas a la cosecha del maíz.

Explicó que la festividad se basa en un sincretismo, ya que las borracheras, las comilonas, las danzas, los disfraces y la forma de bailar son netamente indígenas. El indígena le baila a toda la gama de Dioses, lo único español en la celebración es la imagen.

Según López, en realidad el verdadero patrón de Managua es Santiago, pero fue destronado por «asuntos políticos» ya que el presidente de turno y devoto de esta imagen, José Santos Zelaya, (1893-1909), se enfrentó a la iglesia cuando decretó que en los cementerios se podía sepultar a personas de creencias religiosas distintas a la católica. Por ese motivo la iglesia decidió no seguir apoyando la procesión de Santiago y promovió las celebraciones de Santo Domingo.

La imagen de Santo Domingo, fundador de la orden religiosa de los dominicos, está protegida por una urna de cristal para que los devotos puedan cargarla durante las festividades.

María Mercedes Salazar, 57, dice que es devota desde que tenía 17 años. «Pero desde hace cinco años voy vestida de cacique, con mi penacho y pintada de rojo porque mi hija Guadalupe, fallecida de tuberculosis, en su agonía me pidió continuar con su tradición».

Entre los participantes hay travestis, trabajadoras sexuales, jóvenes con el cuerpo tatuado, niños y ancianos.

«Al papito (Santo Domingo) lo podemos adorar todos no importa cómo te ganes la vida, él no distingue entre tu dinero, educación o trabajo, a él solo le importa tu promesa», dijo Carlos Membreño, un transportista de cabello canoso, aspecto robusto y tatuajes en ambos brazos. Explicó que es devoto desde hace 31 años cuando su madre lo llevo de la mano para cumplir la promesa por una enfermedad que sufría.

Dijo que se entristece cuando la festividad concluye. «Lloro porque no lo volveré a ver, no volveré a bailar, lo voy a extrañar, hasta el próximo año».


HISTORIA

Santo Domingo de Guzmán, nacido en 1170, en Bolonia, Italia, se convirtió en canónigo de Osma (Soria, España) en 1961, para acabar (¿por qué?) con esta procesión religiosa popular, la Curia y el Arzobispo capitalino, Vicente Alejandro González y Robleto, deciden convertir en Parroquia Extramuros a la Iglesia de Santo Domingo de Las Sierritas, construida nuevamente y con el Padre Mejía Fajardo al frente, y a la vez emite un Edicto (3 de mayo de 1961), prohibiendo la procesión, “bajada” y “subida” de Santo Domingo de Guzmán. Esta prohibición se ve acompañada por la colocación de 12 guardias genocidas somocistas dentro y fuera de la Iglesia de Las Sierritas.

Ante esta medida de la Curia y el Arzobispado en Managua, se produce una reacción de los religiosos  feligreses populares, encabezada por Lisímaco Chávez Cerda, quien, con la complicidad de un grupo numeroso de católicos tradicionalistas y promotores de Santo Domingo, deciden apoderarse o “secuestrar” al Santo, el primero de agosto de 1961 a las 5 de la mañana.

Se apoderan de Santo Domingo, porque los guardias se durmieron; sacan el Santo con todo y peaña a la calle, y se inicia la procesión de “bajada” al casco urbano de Managua, antes del terremoto del 23 de diciembre de 1972.

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