BEIRUT, Líbano
AP

El poderoso grupo chií libanés Jezbolá respaldó el martes las protestas masivas que demandan renuncias en el gobierno, empeorando una crisis que comenzó con montones de basura que no ha sido recolectada de las calles de la capital, pero que desató malestares mucho más profundos.

La explosión de inconformidad se enfoca en la corrupción endémica, el desafortunado gobierno y la división sectaria de un frágil país que alguna vez quedó devastado por la guerra civil y que ahora lucha con una oleada de cientos de miles de refugiados sirios.

Un movimiento popular juvenil que se autodenomina «You Stink» («Ustedes apestan») atrajo a miles de personas a dos protestas durante el fin de semana y convocó a otra marcha para el sábado. El respaldo público del Jezbolá a las protestas posiblemente genere preocupación de que el grupo que cuenta con apoyo iraní intente adueñarse de un movimiento no político para su beneficio.

Los ministros del Jezbolá y sus aliados dejaron ayer una reunión del gabinete en la que se discutiría el empeoramiento de la crisis de la basura. El Primer ministro, Tammam Salam convocó a la sesión de emergencia luego de los enfrentamientos del fin de semana entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes en contra de la corrupción y los malos servicios públicos.

Los seis ministros se retiraron luego de cuatro horas de reunión. El Ministro del Exterior, Gibran Bassil, cuyo movimiento Free Patriotic Movement (Movimiento Patriota Libre) está aliado con Jezbolá, dijo que su retiro se debía al «teatro» político que rodeaba el asunto de la basura.

Durante la sesión de gabinete, los ministros rechazaron de manera unánime a los ganadores de la licitación pública para gestionar la recolección de basura, citando costos altos y cuestionando el proceso de licitación. El gabinete designó una comisión ministerial para que reiniciara el proceso de ofertas, por lo que no existe una solución inminente.

Salam sugirió tirar la basura en la región remota y empobrecida de Akkar, que se ha mantenido en el abandono durante décadas, a cambio de un incentivo de 100 millones de dólares para proyectos de desarrollo.

Dicha propuesta incitó aún más a los manifestantes. «Akkar no es un basurero» se leía en la camiseta de uno de los inconformes.

En un comunicado ayer, Jezbolá afirmó que la crisis sanitaria refleja «la corrupción endémica acumulada durante las últimas dos décadas» y que las políticas solo sirven a «los intereses personales y políticos a expensas de los ciudadanos». Aseguran que realizar protestas pacíficas es su derecho legítimo

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