DAVID SHARP
PORTLAND / Agencia
Una enfermera de Maine que se enfrentó a los políticos que le impusieron una cuarentena a su regreso de atender a pacientes de ébola en el África occidental dijo que seguirá hablando en defensa de los trabajadores de salud pública.
Hoy se cumplía el día número 21 desde la última exposición de Kaci Hickox a un paciente de ébola, una niña de 10 años que sufrió ataques antes de morir sola y sin familia.
El martes, Hickox ya no requerirá supervisión dos veces al día en busca de síntomas de ébola, y dijo estar deseando salir de su casa «como la gente normal».
Sin embargo, la nativa de Texas dijo que no se alejaría del debate en torno al tratamiento que recibe el personal sanitario.
«En el pasado, una cuarentena era algo que se consideraba muy extremo. Me preocupa lo a la ligera que nos tomamos este concepto hoy», dijo Hickox, que desafío los intentos de imponer una cuarentena en los estados de Nueva Jersey y Maine. «Me preocupa que la gente errónea esté dirigiendo el debate y tomando las decisiones».
La enfermera señaló que Estados Unidos necesita una campaña de educación pública para explicar mejor un virus que ha matado a casi 5.000 personas en Liberia, Sierra Leona y Guinea. Sin embargo, Hickox dijo que no dejaría que su experiencia le impidiera volver al África occidental.
«Algo como la cuarentena no va a asustarme de hacer el trabajo que amo», dijo desde su casa en Fort Kent, en el norte de Maine. «Regresaría a Sierra Leona sin dudarlo».
La sanitaria dijo tener prevista una cena con su novio para celebrar el fin del periodo de incubación de la letal enfermedad, pero que no estaba segura de qué clase de recepción recibiría. Al negarse a ser aislada, fue elogiada por algunos y criticada por otros.
La mayoría de la gente le prestó su apoyo, dijo, pero otros reaccionaron con odio. Una persona le envió una carta deseándole que contrajera el ébola y muriera.
Hickox, voluntaria con Médicos Sin Fronteras, pasó un mes en un hospital donde nunca había suficientes camas para todos los pacientes del ébola que necesitaban ayuda. Hacía tanto calor que los voluntarios sólo podían atender a los pacientes durante espacios de una hora con los trajes de protección.
A su regreso de Sierra leona, y tras tres horas de interrogatorio en el aeropuerto Internacional de Newark Liberty, decidió que tendría que plantarse en nombre de todos los sanitarios que regresaban.
«Dije, voy a tener que hacer algo sobre esto porque no puedo dejar que mis colegas pasen por esto. Es completamente inaceptable», afirmó.
Hickox estuvo días retenida en una tienda médica porque Nueva Jersey anunció nuevas regulaciones sobre ébola el día que llegó.