Por JOSHUA GOODMAN
BOGOTÁ / Agencia AP

Las autoridades lanzaron el martes una campaña publicitaria para poner fin al creciente índice de obesidad en la población venezolana que amenaza con provocar una costosa crisis del sistema de salud pública si no se toman medidas para controlar el problema.

_America21_1bBajo el slogan «agarra dato, come sano», el gobierno del presidente Nicolás Maduro espera reducir a la mitad, en los próximos cinco años, una tasa oficial de casi el 40% de obesidad entre los venezolanos, una afección que aumenta el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares y diabetes.

Según la Organización Mundial de la Salud, el 67.5% de los venezolanos mayores de 20 años tienen sobrepeso, la cifra más alta de Sudamérica y casi igual a la tasa del 69% de Estados Unidos.

La guerra contra las panzas inflamadas ocurre en un momento en que la mayoría de los venezolanos se queja por no encontrar suficientes alimentos.

Una política rígida de control de precios y la dificultad para conseguir dólares por un estricto control de cambios han dificultado la compra de comida a la gran mayoría de las compañías de alimentos, incluso a la empresa líder del sector, Empresas Polar SA, que no tiene cómo importar los insumos necesarios a un precio que le dé una ganancia al final del ejercicio.

Como consecuencia de estas políticas, todo, desde la harina de maíz hasta la leche, escasea en esta nación rica en petróleo y de unos 30 millones de habitantes. Y cuando artículos de primera necesidad aparecen repentinamente en los anaqueles de los supermercados, inmediatamente se forman largas filas.

Para combatir la escasez, el gobierno anunció un plan la semana pasada que consiste en instalar lectores de huellas digitales en todos los supermercados del país. La oposición criticó el plan diciendo que era una especie de racionamiento al mejor estilo cubano, pero el gobierno dice que son necesarios controles adicionales para evitar que ciertas personas acaparen los alimentos y se aumente el contrabando.

«El ‘capta huella’ es un sistema liberador… vamos a detectar dónde están las contrabandistas y los vamos a capturar», dijo Maduro en un discurso el martes en dónde reveló la dieta y los alimentos que su familia compraban cuando el mandatario era un niño –dos cartones de leche, tres paquetes de harina de maíz– como un ejemplo de lo que debería ser el consumo racional de un hogar venezolano.

Para proteger los alimentos producidos nacionalmente, el gobierno anunció la prohibición de exportar de 21 de ellos, incluyendo el azúcar, el atún y el arroz.

Una dieta generalmente se basa en limitar la ingesta de calorías pero ha sido la escasez de algunos alimentos la principal responsable de la creciente gordura en el país, dicen nutricionistas.

Conseguir una dieta equilibrada en calorías es difícil más aún si la inflación, del 60% anual, hace mella en los bolsillos de los venezolanos, por lo que muchos terminan comiendo un exceso de comidas ricas en harinas y productos fritos para calmar el hambre. No se trata de ceder a la tentación de comerse un chicharrón o una arepa de maíz rellena de queso grasoso, delicias venezolanas, sino el consumir comida rápida como la que ofrece McDonalds’, muy popular últimamente, lo que contradice las críticas que el gobierno hace al «imperio», el gobierno de Estados Unidos.

«La gente está comiendo, pero no están recibiendo nutrientes», dice Nixa Martínez, presidente de la Asociación Nacional de Nutricionistas y Dietistas. «Usted come lo que puede encontrar y lo que se encuentra no es saludable».

El gobierno argumenta que la nutrición del país ha mejorado en los últimos 15 años, que la pobreza se ha reducido y que los controles de precios han permitido que más venezolanos puedan pagar tres comidas al día. El año pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) elogió a Venezuela por reducir a la mitad el número de personas que padecen de hambre y desnutrición.

Pero la mayoría de los datos de la FAO se basan en un estudio del Instituto Nacional de Nutrición de 2008, dijo Martínez.

«La dieta de los venezolanos se ha modificado drásticamente desde entonces», expresó la nutricionista.

Si la campaña de Maduro tiene éxito, lo mejor sería que empiece desde los hábitos de la clase dirigente.

Maduro ha instado frecuentemente a los venezolanos a hacer ejercicio, diciendo que el amor por la comida rápida es una de las pocas cosas en las que partidarios del gobierno y los opositores tienen en común en un país profundamente polarizado. Pero el propio Maduro no aplica lo que predica.

Su mentor y predecesor, el difunto Hugo Chávez, usualmente se burlaba en público de la gruesa complexión del exsindicalista, diciendo que era el resultado de comer muchos submarinos, sándwiches populares en Venezuela.

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