Por Sara Barderas
Madrid,
Agencia dpa
El religioso, repatriado la semana pasada desde Liberia, donde se infectó, murió en el hospital Carlos III de Madrid, en el que había sido ingresado en una habitación con medidas para evitar contagios.
Pajares, que tenía 75 años, estaba siendo tratado con ZMapp, el suero experimental que están recibiendo los dos estadounidenses con el virus y del que la administración norteamericana va a enviar varias dosis a Liberia después de que su presidenta, Ellen Johnson Sirleaf, se lo pidiera personalmente a Barack Obama.
El religioso cumplía hoy cinco días de hospitalización. Cuando llegó a Madrid el día 7, su situación clínica era «estable». Las autoridades sanitarias no informaron después de su evolución por deseo del sacerdote de la orden de San Juan de Dios.
Según dijeron hoy fuentes hospitalarias, estaba en «condiciones críticas». Tenía mal un riñón, padecía también tifus y sufría problemas cardiacos. Sus constantes vitales bajaron en las últimas horas y empezó a tener problemas para respirar. Murió poco antes de las 09:30 horas de la mañana.
«Estaba invadido por el virus, que se lo había comido por todos los lados», dijo una fuente del hospital.
Pajares, que vivió casi ocho años en Liberia y trabajaba para la organización de cooperación Juan Ciudad, de carácter religioso, se infectó en el Hospital San José de Monrovia. Era el superior del centro sanitario y estuvo cuidando de su director, el camerunés Patrick Nshamdze, que falleció por el virus.
Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, y los reyes Juan Carlos y Sofía enviaron sendos mensajes de condolencia a la familia. «Triste noticia. Descanse en paz», escribió personalmente el jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, en su cuenta de Twitter, desde la que dio el pésame a los familiares y compañeros del religioso.
El cadáver de Pajares fue incinerado por la tarde sin que antes se le practicara la autopsia, medida que dicta el protocolo sanitario para evitar que el virus pueda propagarse, ya que el contagio del ébola se produce por contacto directo con la sangre, fluidos corporales, secreciones y órganos.
El ataúd fue sellado con una cinta de zinc y trasladado desde el hospital a un tanatorio-crematorio de la localidad madrileña de Collado-Villalba.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra ya en más de un millar los muertos en el brote de ébola que estalló en marzo en Guinea Conakry y se extendió a Liberia y Sierra Leona. Luego saltó a Nigeria. Los casos de infectados reportados son más de 1.800.
Para el ébola no hay vacuna ni cura conocida. Los síntomas iniciales son fiebre, dolores de cabeza, musculares y de garganta, además de debilidad. Luego llegan los vómitos, las diarreas y los problemas de las funciones renal y hepática, entre otros, y en algunos casos sangrados internos y externos.
En los últimos días murieron en la capital de Liberia otros dos compañeros del español: los religiosos congoleños George Combey y Chantal Pascaline. La orden hospitalaria de San Juan de Dios está «viviendo un momento muy duro», dijo hoy su portavoz, José María Viadero.
La repatriación y el tratamiento del religioso en España suscitó debates y polémicas en el país. Hubo quienes la criticaron por el riesgo de un contagio, otros no vieron bien que el español fuera rescatado mientras en Monrovia quedaban los infectados africanos.
Mañana se celebrará un funeral por el sacerdote en un hospital de Madrid de la orden hospitalaria de San Juan de Dios y después sus cenizas serán enterradas en el panteón de la congregación religiosa.