Ciudad de Gaza
Agencia dpa
Mientras los niños juegan al fútbol en el patio del colegio, los hombres permanecen sentados, separados de las mujeres, a la sombra de la escuela gestionada por la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) en el barrio de Tal el Hawa.
Los bebés lloran, mientras las mujeres, cubiertas con velos, intentan calmarlos.
La ropa lavada se seca colgada en los balcones azules de hierro. Los pupitres, sacados de las clases, se apilan en los pasillos.
Más de 120.000 palestinos buscaron refugio en 69 instalaciones de la UNRWA en los últimos 15 días de ofensiva israelí en la Franja de Gaza, cuenta a dpa un portavoz de la agencia.
La escuela de Al Bahréin alberga a unas 800 personas. Al menos dos familias se alojan en cada una de las 15 clases repartidas en las tres plantas del edificio. Casi todos proceden del barrio de Sheyaiya, de la Ciudad de Gaza, escenario de un infierno en la mañana del domingo.
Los soldados israelíes aseguraban estar buscando túneles utilizados para perpetrar atraques y cohetes en el barrio situado en el este, cerca de la frontera con Israel, cuando se enfrentaron a milicianos locales.
Al menos 13 soldados murieron, varios de ellos durante el ataque con una granada propulsada por cohetes o misiles antitanque contra un vehículo acorazado que transportaba personal.
Las tropas terrestres bombardearon entonces de forma implacable la calle principal de Al Mansura, donde el vehículo se quedó atrapado y comenzó a arder. Al menos 75 palestinos, la mayoría mujeres y niños, murieron y unos 400 resultaron heridos, según el portavoz del Ministerio de Sanidad en Gaza, Ashraf al Qedra.
«Muchas casas fueron destruidas y mucha gente sigue enterrada bajo los escombros», dijo Mohamed Saed, de 20 años.
Cuando abandonó su edificio de cinco plantas en la calle Al Mansura por la mañana muy temprano, vio cómo miles de personas hacían lo mismo. La imagen de mujeres, niños y hombres corriendo siguen vívidas en su memoria, tres días después. «Creí que era el fin del mundo», cuenta.
«¡Mire! ¿Usted cree que ésta es una buena vida? Abandonamos nuestros hogares y no sabemos aún quién sigue vivo y quién está muerto», añade su madre, Um Samer Saed, de 60 años, vestida con un vestido negro de manga larga y un velo blanco cubriéndole el pelo.
«Estoy muy triste y sigo temiendo que los tanques llegarán a esta escuela y nos bombardearán», dice Farrah, de sólo 11 años. «Lloré y grité cuando escapé de nuestra casa en Sheyaiya. Todavía me parece oír las bombas en mi oído», cuenta, añadiendo que no puede olvidar los cadáveres que vio al lado de la carretera.
La mayoría huyó sin poder llevarse ropa, ropa interior u otros artículos básicos.
Gunness contó cómo la UNRWA hizo un llamamiento de emergencia ante la necesidad de fondos para comprar bombonas de gas, alfombrillas para dormir, mantas, kits higiénicos y de cocina.
«Tenemos verdaderos problemas con el agua», cuenta. «Cada gota de agua que la gente bebe o utiliza para bañarse tiene que traerse en camiones», cuenta. Y es que el agua del grifo está demasiado contaminada.
Las bombas para retirar las aguas residuales no funcionan adecuadamente debido a los cortes de electricidad. «La situación es bastante terrible», afirma. «El mayor problema es la aglomeración».
Un informe de la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria de la ONU (OCHA) asegura que 147 niños y 74 mujeres han muerto en los fuertes bombardeos y ataques de artillería contra el enclave densamente poblado, lo que supone casi el 37 por ciento de los más de 600 muertos registrados en el momento de publicación del informe.
Se calcula que en Gaza cada hora murió un niño en las últimas dos semanas.
La Autoridad Palestina ha acusado a Israel de víctimas de guerra, pero el primer ministro Benjamin Netanyahu absuelve a su gobierno de cualquier responsabilidad, acusando a Hamas, el movimiento islámico que controla de facto la Franja de Gaza, de esconderse detrás de civiles y disparar cohetes desde áreas residenciales.
Casi 500 viviendas han sido totalmente destruidas o han resultado dañadas por los ataques israelíes, cuenta Jens Laerke, de la OCHA. Los hospitales se quedaron sin suministros y medicinas incluso antes de la crisis actual y al tratar a tantos heridos, la escasez es aún más crítica.
Según la evaluación de trabajadores humanitarios sobre el terreno, al menos 107.000 niños han quedado traumatizados ante la muerte o el daño sufrido por sus familiares o la pérdida de sus hogares y necesitan la ayuda de psicólogos y trabajadores sociales. Hasta ahora, los equipos de emergencia han podido ayudar a 868 niños en la Franja de Gaza, sólo una pequeña parte de ellos.