Luego de pasar gran parte de las primarias republicanas flanqueados por rivales con cifras menores en las encuestas, Nikki Haley y Ron DeSantis serán los únicos participantes en el debate del miércoles en la noche, enfrascados en una áspera contienda para ser la alternativa a Donald Trump.
Haley, embajadora ante la ONU bajo Trump, y DeSantis, gobernador de Florida, esperan que el debate en Iowa dé impulso a sus campañas en los últimos días antes de las asambleas en ese estado, donde un fuerte desempeño podría beneficiarlos a medida que se intensifica la competencia por ser el candidato presidencial republicano para las elecciones.
Es un momento particularmente crucial para Haley, una política conocida por su disciplina en cuanto a su mensaje, pero cuya reputación ha quedado en entredicho en días recientes tras una serie de tropiezos, como cuando no mencionó que la esclavitud fue la causa de la Guerra Civil y cuando bromeó que en sus primarias, los votantes de Nueva Hampshire tendrán la oportunidad de “corregir” las primarias de Iowa.
Sin embargo, el favorito de lejos para obtener la candidatura republicana sigue siendo Trump, quien no asistirá al debate. Trump, quien ansía asegurar rápidamente su tercera nominación, hará una aparición en Fox News.
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OPORTUNIDAD PARA HALEY
El debate le ofrecerá a Haley una oportunidad de resucitar su campaña, que ha caído bajo el escrutinio de todos, desde sus rivales republicanos hasta el presidente Joe Biden, indicio de qué competidores de ambos partidos la ven como una aspirante en ascenso. Mientras Haley probablemente enfilará sus ataques contra Trump y sus allegados la retratan como la única persona capaz de derrotarle, DeSantis previsiblemente apuntará sus dardos contra Haley.
“Ahora ella está en una situación donde está generando escrutinio, y es como que casi todos los días responde una pregunta y algo pasa y comete un error”, declaró DeSantis a reporteros el martes tras asistir a un evento de Fox News.