La policía perdió dos claras oportunidades de poner fin a una redada que confinó y aterrorizó a la segunda ciudad más grande de Maine después que un hombre armado matara a 18 personas en un boliche y un bar.
El cadáver de Robert Card fue hallado el viernes en un remolque de un centro de reciclaje de Lisbon Falls que la policía había registrado un día antes. Card murió de una presunta herida de bala autoinfligida, pero no está claro cuándo, según las autoridades.
El hombre de 40 años era sospechoso de haber herido también a 13 personas durante el tiroteo del miércoles por la noche en Lewiston.
El jefe de policía de Lisbon, Ryan McGee, dijo que las fuerzas del orden registraron la propiedad de Maine Recycling Corp., donde Card había trabajado, y la despejaron el jueves, pero no inspeccionaron otra parte de los terrenos cercanos de la empresa. Los agentes volvieron el viernes por la mañana y tampoco encontraron nada.
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Otro equipo regresó esa noche y registró la otra parte de la propiedad que no había sido revisada, y encontró el cadáver de Card en el remolque junto con dos armas de fuego, explicó McGee. El miércoles por la noche se encontró un fusil en el auto que Card había abandonado en la zona.
Las autoridades recuperaron varias armas durante la búsqueda de Card y creen que las había comprado legalmente, incluidas aquellas halladas en su auto y cerca de su cadáver, dijo Jim Ferguson, agente especial a cargo de la oficina de Boston del Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos. Ferguson se negó a proporcionar detalles específicos sobre las armas, incluyendo marcas y modelos, y no dijo exactamente cuántas se encontraron.
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EL MÓVIL DE LA MASACRE
Los investigadores siguen buscando un móvil para la masacre, pero se han centrado cada vez más en el historial de salud mental de Card. El jefe del Departamento de Seguridad Pública del Estado, Michael Sauschuck, dijo que Card oía voces y sufría de paranoia, y añadió que el hombre creía que “la gente hablaba de él e incluso puede que hubiera voces en juego”.
El verano pasado, Card fue sometido a una evaluación de salud mental después que comenzara a actuar de forma errática en un centro de entrenamiento del ejército en Nueva York, según las autoridades. Un boletín enviado a la policía poco después del ataque de esta semana decía que Card había estado ingresado en un centro de salud mental durante dos semanas tras “escuchar voces y amenazas de disparar” en una base militar.
En una rueda de prensa celebrada el sábado, Sauschuck dijo que no hay pruebas de que Card haya sido internado involuntariamente en un centro de salud mental, lo que podría haberle impedido poseer armas. Una simple evaluación o un internamiento voluntario no habrían desencadenado tal prohibición, detalló.
Según la ley de bandera amarilla de Maine, las fuerzas del orden pueden detener a alguien de quien sospechen que padece una enfermedad mental y supone una amenaza para sí mismo o para los demás. La ley difiere de las leyes de bandera roja que requiere que la policía primero consiga que un médico evalúe a la persona y determine que es una amenaza antes que la policía pueda solicitar a un juez que ordene la incautación de las armas de fuego de la persona.
“Sólo porque parece haber un nexo de salud mental en este escenario, la gran mayoría de las personas con diagnóstico de salud mental nunca harán daño a nadie”, dijo Sauschuck.
La policía encontró una nota en casa de Card dirigida a un ser querido con el código de acceso a su teléfono y el número de su cuenta bancaria, dijo Sauschuck. El jefe policial añadió que no la describiría como una nota explícita de suicidio, pero que el tono indicaba que esa era la intención.
El tiroteo de Lewiston fue la 36ta. masacre en Estados Unidos este año, según una base de datos que The Associated Press y USA Today elaboran en colaboración con la Universidad Northeastern.