El expresidente brasileño Jair Bolsonaro está desapareciendo de los reflectores, mostrando el poder de los tribunales sobre el sistema electoral y las deficiencias políticas de un exlíder cada vez más impotente.
El Tribunal Superior Electoral dictaminó el mes pasado que Bolsonaro no es elegible para postularse para ningún cargo político hasta 2030 por abusar de su poder y generar dudas infundadas sobre el sistema de votación electrónica del país.
Bolsonaro alguna vez fue llamado el “Trump de los trópicos” después de emerger como un paladín externo que prometía sacudir al sistema y buscar una agresiva marca de identidad política que incluía valores conservadores. Trump, quien también puso en duda el sistema electoral estadounidense y enfrenta problemas legales, sigue siendo el favorito para la nominación del Partido Republicano.
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Una clara demostración del poder menguante de Bolsonaro fue la votación por la reforma fiscal en la cámara baja del Congreso este mes.
Una propuesta respaldada por el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para reformar el particularmente complejo sistema tributario de Brasil también fue respaldada por los legisladores y el público en general. Bolsonaro trató de reunir a la oposición, su primer intento de hacerlo, pero la reforma fue aprobada por un margen de más de 3 a 1. Casi dos docenas de miembros del partido de Bolsonaro desafiaron su voluntad.
Bolsonaro tiene “poca o ninguna influencia como potencial líder de la oposición”, escribió el analista político Leandro Loyola después de la votación.
Una caricatura política en Brasil este mes mostró a un científico mirando a través de un microscopio a un Bolsonaro furioso y apretando los puños.
“Fascinante”, decía el pie de foto. “Sigue encogiéndose”.
El empresario de la construcción Alexandre Cohim donó a la campaña de reelección de Bolsonaro, pero el viernes dijo que el fallo de la corte que impide al expresidente buscar un cargo público era una “bendición”.
“Esto permitirá que surjan otras personas de derecha que sean más capaces”, agregó Cohim, de 60 años, por teléfono desde Salvador.
Después de perder la contienda electoral por el margen más estrecho desde el regreso de Brasil a la democracia hace más de tres décadas, muchos en su partido pensaban que Bolsonaro lideraría una feroz oposición contra Lula.
Pero justo antes de la toma de posesión de Lula el 1 de enero, Bolsonaro se fue a Florida para una estadía prolongada. Regresó en marzo y ahora puede incluso perder el salario mensual que recibe de su partido, que según los medios locales ronda los 8.500 dólares. Sus aliados ya han pedido a sus simpatizantes que ayuden al expresidente a pagar sus facturas, mientras que una Bolsonaro Store recién inaugurada está rematando todo, desde calendarios de pared alusivos al mandatario, hasta decoraciones para fiestas.
La amenaza de ir a la cárcel también se cierne en medio de múltiples investigaciones criminales sobre las acciones del expresidente, y la cuestión de quién podría representar un desafío viable al Partido de los Trabajadores de Lula en 2026 se está discutiendo abiertamente.
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“Bolsonaro parece estar en camino hacia un final inevitable de su carrera”, escribió la columnista política Merval Pereira en el periódico O Globo este mes.
El gobernador del estado de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas, exministro de Infraestructura de Bolsonaro y aliado que respaldó su candidatura a la reelección, se encuentra entre los posibles abanderados de la derecha.
Algunos se burlan de la conclusión de que Bolsonaro no tiene posibilidades de regresar al cargo más alto de la nación menos de un año después de recibir 58 millones de votos contra los 60 millones de Lula. Pero Geraldo Tadeu, politólogo de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, dijo que el ascenso al poder de Bolsonaro en 2018 podría explicarse principalmente por una confluencia de factores únicos.
Brasil acababa de sufrir su peor recesión en casi un siglo, y la investigación de corrupción conocida como “Lava Jato” implicó a docenas de políticos, abriendo espacio para un externo. Lula, que lideraba las encuestas, fue expulsado de la contienda por condenas de corrupción y lavado de dinero, y encarcelado. Posteriormente se anularon sus condenas.
“Las circunstancias dejaron un vacío que llenó Bolsonaro”, explicó Tadeu.
La falta de “habilidades de liderazgo y negociación” de Bolsonaro y su incapacidad para mantener el apoyo político socavan sus posibilidades de regresar, dijo Tadeu.
Desde que regresó de Estados Unidos, Bolsonaro recibió la orden de presentarse a declarar ante la Policía Federal en varias ocasiones, y las condenas penales podrían extender la prohibición de postularse para un cargo e incluso enviarlo a prisión. Bolsonaro niega haber actuado mal.
El hijo del legislador de Bolsonaro, Eduardo, lanzó en febrero una tienda en internet que vende productos de Bolsonaro. Los interesados pueden comprar cuadernos con la cara sonriente del expresidente, llaveros y tazas con su silueta, o calendarios de pared que marcan hitos de su administración. Eduardo Bolsonaro celebró su propio cumpleaños el 10 de julio y la temática de la fiesta fue la imagen de su papá, con productos de la tienda. La letra cursiva de su pastel decía: “¡Nuestro sueño sigue más vivo que nunca!”.
“La tienda es una forma de propaganda, una forma de mantener vivo a Bolsonaro como símbolo”, dijo Caio Marcondes, politólogo de la Universidad de Sao Paulo. “Es una marca, un producto que representa a la derecha en Brasil”.
La tienda también es una forma de recaudar fondos a medida que aumentan los gastos legales del exmandatario. Un fiscal solicitó que se ordene al partido de Bolsonaro suspender su salario, y además enfrenta fuertes multas por no respetar las reglas de COVID-19 en el estado de Sao Paulo. Estas multas hicieron que el mes pasado los aliados de Bolsonaro pidieran a los partidarios enviar transferencias electrónicas de dinero directamente a la cuenta bancaria de Bolsonaro.
“Se ha recaudado lo suficiente para pagar las multas actuales”, dijo Bolsonaro en un video difundido por el canal de noticias conservador Jovem Pan a fines de junio. El exlíder no reveló cuánto.
Hacer llamados a donaciones también es una forma de mantener movilizada a la base de Bolsonaro, dijo Marcondes.
“La idea es crear oportunidades para que las personas se involucren para que se sientan parte de un movimiento que no está muerto”, explicó.