Personas que viven en Estados Unidos abrazan a parientes y amigos que radican en México
Personas que viven en Estados Unidos abrazan a parientes y amigos que radican en México durante el 10mo evento anual "Abrazos, no muros", en la franja del Río Bravo, en Ciudad Juárez, México, el sábado 6 de mayo de 2023. (AP Foto/Christian Chávez)

Entre llantos y con un fuerte abrazo de apenas cinco minutos, decenas de familias de migrantes sellaron un reencuentro en la línea que separa México y Estados Unidos —fuertemente vigilada por fuerzas de seguridad estadounidenses_, un acto que dio un respiro a las tensiones que han surgido a pocos días del levantamiento de las restricciones al asilo relacionadas con la pandemia del coronavirus que se prevé alentarán una gran oleada de migrantes hacia la frontera.

Así se celebró en los límites del Río Bravo, cerca del Museo Casa de Adobe de la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez, la décima edición del evento conocido como «Abrazos, no muros» organizado por grupos humanitarios que prestan apoyo a los migrantes y las autoridades mexicanas y estadounidenses.

Al ritmo de la popular canción de «Las mañanitas», interpretada por un mariachi, cerca de 150 familias de migrantes mexicanos comenzaron a pasar, a mediados de la mañana, el río para encontrarse con sus seres queridos, a quienes no veían por años, mientras eran vigilados por las autoridades.

Poco antes de encontrarse con su hijo, a quien no veía desde hace dos años, Margarita Piña no podía ocultar la emoción. «Es muy duro porque no sabemos lo que andan sufriendo por allá», dijo Piña al hablar de la separación de su hijo quien se fue, en plena pandemia, a Estados Unidos en busca de un futuro mejor.

 

Aunque sabía de antemano que sólo tendría cinco minutos para ver y abrazar a su hijo, Piña indicó que aprovecharía el escaso tiempo para decirle «que le eche ganas, que les seguimos queriendo mucho». La iniciativa, que comenzó en 2016, permite a las familias separadas por políticas migratorias reencontrarse por unos minutos tras años de separación.

A diferencia de otros años, en esta oportunidad el evento se dio en medio de una fuerte custodia de las fuerzas de seguridad estadounidenses que han reforzado la vigilancia y cercado con alambrado la frontera a pocos días del 11 de mayo, cuando se levantará el Título 42, una norma sanitaria que se impuso al comienzo de la pandemia que permitía expulsiones inmediatas con la excusa del COVID-19. Bajo el amparo de esa normativa Estados Unidos realizó más de 2,8 millones de expulsiones de migrantes desde marzo de 2020.

Estados Unidos anunció esta semana que se enviarán 1.500 soldados en servicio activo a El Paso, Texas, para sumarse a los 2.500 efectivos de la Guardia Nacional ya destacados en la frontera.

«Nunca habíamos tenido una frontera tan militarizada como hoy», dijo el activista Fernando García, jefe de la Red en Defensa de los Derechos de los Migrantes, al quejarse de la fuerte vigilancia y aseguró que esa situación complicó como nunca la realización del acto que consideró como un «evento de protesta ante toda esta política irracional».

«Hay una guerra contra los migrantes, los refugiados, contra nosotros los fronterizos», agregó. Entre los asistentes al evento estaba el alcalde de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, quien en los últimos meses ha sido centro de críticas por proponer el endurecimiento de las políticas hacia los miles de migrantes que han desbordado la ciudad fronteriza, situación que ha desatado fricciones con los pobladores.

Pérez Cuéllar suavizó su postura luego del trágico incendio ocurrido a finales de marzo en un centro de detenciones del Instituto Nacional de Migración donde perecieron 40 migrantes. El alcalde alabó la iniciativa de «Abrazos, no muros» y dijo a la prensa que el tradicional evento «es una manera de recordarnos que somos una comunidad, que sí somos dos países y tres ciudades, pero somos una comunidad».

 

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