Por unas horas, el Vía Crucis de Cristo cobró vida en monumentales esculturas de arena en una ciudad minera al suroeste de Bolivia. Permanecerán ahí tanto como el viento helado del altiplano boliviano lo permita y hasta que al amanecer del sábado, en un festival anual por la Semana Santa que se celebra en las dunas de Oruro, sean borradas definitivamente.
Este año, 250 artistas de Bolivia, Perú y Argentina han trabajado 25 esculturas, la mayoría de temática religiosa, en los arenales de Cochiraya, en los suburbios de la ciudad que está a 190 kilómetros de La Paz.
La tarde del viernes, el espacio se abrió al público y congregó a centenares de asistentes. La fe y el arte mueve a estos artesanos de la arena que estuvieron dando forma a las figuras desde la madrugada del viernes hasta que apareció el duro sol del altiplano, compactando arena con agua y esculpiendo más allá del mediodía.
Entre las obras, destaca un rostro de Cristo de unos tres metros de altura. También la del Arca de Noé, otras de animales, faraones o pasajes de la Pasión de Cristo. El trabajo comenzó en la madrugada del viernes bajo temperaturas bajas, cuenta el artista peruano Juan Chalco. «Es un encuentro no sólo espiritual, también desarrollamos conceptos y reflexiones. El arte no sólo es espiritualidad, trasciende a lo social. Hacemos cultura y el arte no tiene fronteras», añadió Chalco, que ha llegado desde la Universidad de El Cusco en el sur de Perú.
El encuentro se desarrolla desde hace 17 años en esa ciudad boliviana y también pretende concienciar sobre el cuidado de espacios naturales, recalcó el escultor Juan Chacón, del Grupo Arte Diez, organizador del festival. «Es un encuentro de creación colectiva y hermandad porque el arte no tiene fronteras», insistió la escultora boliviana Mónica Dávalos, docente en la universidad pública de La Paz.
El festival de esculturas de arena ya es parada ineludible para los creyentes bolivianos y para lo no creyentes también, en un día feriado que aviva una ciudad con escasos atractivos al aire libre.