Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. Foto: La Hora / AFP

 

El Vaticano anunció el sábado el cierre de su misión diplomática en Nicaragua, después de que el gobierno nicaragüense propusiera la suspensión de las relaciones diplomáticas, en lo que constituye el episodio más reciente de la persecución contra la Iglesia católica por parte del gobierno del presidente Daniel Ortega.

El representante del Vaticano en Managua, monseñor Marcel Diouf, también abandonó el país el viernes con destino a Costa Rica, reveló un funcionario del Vaticano que habló bajo condición de anonimato. La acción del Vaticano de cerrar la nunciatura apostólica se produjo una semana después de que el gobierno de Nicaragua propusiera suspender las relaciones con la Santa Sede, y un año después de que Nicaragua expulsara al entonces nuncio papal.

No está claro qué implicaría la suspensión propuesta en términos diplomáticos. El cuidado de la sede de la nunciatura fue confiado al gobierno italiano, según las convenciones diplomáticas, informó el medio de comunicación oficial de la Santa Sede. Diplomáticos de la Unión Europea, Alemania, Francia e Italia se despidieron de Diouf antes de que cerrara la sede diplomática y partiera.

Las relaciones entre la Iglesia católica y el gobierno de Ortega se han ido deteriorando desde 2018, cuando las autoridades nicaragüenses reprimieron violentamente las protestas antigubernamentales. Algunos líderes católicos dieron refugio a los manifestantes en sus templos, y la Iglesia trató posteriormente de actuar como mediadora entre el gobierno y la oposición política.

Ortega calificó a las figuras católicas, a las que veía como simpatizantes de la oposición, como «terroristas» que habían respaldado los esfuerzos para derrocarlo. Decenas de figuras religiosas fueron arrestadas o huyeron del país. Dos congregaciones de monjas, incluida la orden de las Misioneras de la Caridad fundada por la Madre Teresa, fueron expulsadas de Nicaragua el año pasado.

 

El destacado obispo católico Rolando Álvarez fue condenado el mes pasado a 26 años de prisión tras negarse a subir a un avión que transportaba a otros sacerdotes al exilio en Estados Unidos. También se le retiró la nacionalidad nicaragüense. El papa Francisco había permanecido en gran parte en silencio sobre el tema, aparentemente sin querer inflamar las tensiones, pero después de la sentencia de Álvarez, en una entrevista del 10 de marzo con el medio argentino Infobae, calificó al gobierno de Ortega como una «dictadura» comparable a la de Hitler.

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