Manifestantes molestos salieron el viernes a las calles de París y de otras ciudades francesas por segundo día, intentando presionar a los legisladores a que hagan caer al gobierno del presidente Emmanuel Macron. Foto: La Hora / AP

Manifestantes molestos salieron el viernes a las calles de París y de otras ciudades francesas por segundo día, intentando presionar a los legisladores a que hagan caer al gobierno del presidente Emmanuel Macron y condenen el impopular aumento en la la edad de jubilación que está tratando de imponer sin una votación en la Asamblea Nacional.

Un día después de que la primera ministra Elisabeth Borne invocó un poder constitucional especial para eludir una votación en la caótica cámara baja, legisladores de derecha e izquierda interpusieron mociones de censura que serán sometidas a votación el lunes.

En la elegante Plaza de la Concordia, una protesta festiva de varios miles de personas, con cánticos, bailes y una gran hoguera, degeneró en una escena similar a la de la noche anterior. La policía antidisturbios intervino y lanzó gases lacrimógenos para vaciar la enorme plaza frente a la Asamblea Nacional, luego de que algunos alborotadores se subieran a los andamios de unas obras de renovación, armándose con palos de madera. Lanzaron fuegos artificiales y adoquines a la policía en un enfrentamiento.

El jueves por la noche, las fuerzas de seguridad utilizaron cañones de agua para evacuar la zona, y después pequeños grupos encendieron hogueras en barrios elegantes de los alrededores. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, declaró a la radiodifusora RTL que 310 personas habían sido detenidas durante la noche, la mayoría en París.

En ciudades de toda Francia se llevaron a cabo protestas dispersas, en su mayoría pequeñas, desde una marcha en Burdeos hasta una concentración en Tolosa. Los funcionarios portuarios de Calais suspendieron temporalmente el cruce de transbordadores por el Canal de la Mancha en dirección a Dover. El acceso a algunos campus universitarios de París fue bloqueado, y los manifestantes ocuparon una transitada vía rápida que circunda la capital francesa.

Los recolectores de basura de París prolongaron su huelga por 12mo día, lo que ha derivado en la presencia de montones de basura maloliente que crecen a diario. Los trabajadores de los servicios sanitarios en huelga siguieron bloqueando el mayor centro de incineración de Europa y otros dos centros que procesan la basura capitalina.

Algunos activistas de los chalecos amarillos, que organizaron formidables protestas contra las políticas económicas de Macron durante su primer mandato, estaban entre los que retransmitieron en redes sociales la protesta del viernes en París. La policía dice que los “chalecos amarillos radicalizados” están entre los alborotadores en las marchas.

Los sindicatos que organizan la oposición han instado a los manifestantes a permanecer pacíficos durante más huelgas y marchas en los próximos días. Han exhortado a la gente a salir de escuelas, fábricas, refinerías y otros lugares de trabajo para obligar a Macron a abandonar su plan de hacer que los franceses trabajen dos años más, hasta los 64, antes de recibir una pensión completa.

Macron asumió un riesgo calculado al ordenar a Borne que invocara un poder constitucional especial que ella ya había utilizado 10 veces antes sin desencadenar tal avalancha de ira.

Si la moción de censura fracasa, el proyecto se convierte en ley. Si la mayoría está de acuerdo, supondría el fin del plan de reforma de las jubilaciones y obligaría al gobierno a dimitir, aunque Macron siempre podría volver a nombrar a Borne para designar al nuevo gabinete.

“No vamos a parar”, dijo el viernes a The Associated Press el representante de la organización sindical CGT, Régis Vieceli. Dijo que desbordar las calles con descontento y negarse a seguir trabajando es “la única manera de que los hagamos retroceder.”

 

Macron ha hecho de los cambios propuestos en las pensiones la prioridad clave de su segundo mandato, alegando que la reforma es necesaria para que la economía francesa sea más competitiva y para evitar que el sistema de pensiones entre en déficit. Francia, al igual que muchos otros países ricos, se enfrenta a tasas de natalidad más bajas y a una mayor esperanza de vida.

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