Las autoridades en el sur de China se disculparon por allanar las viviendas de personas enviadas a un hotel para hacer cuarentena. Foto La Hora: AP.

 

Las autoridades en el sur de China se disculparon por allanar las viviendas de personas enviadas a un hotel para hacer cuarentena, en un nuevo ejemplo de duras medidas de prevención contra el coronavirus que han provocado una inusual oposición pública.

Se abrieron 84 viviendas en el distrito de Liwan, en la ciudad de Guangzhou, de personas enviadas a centros de aislamiento, en un esfuerzo de localizar a «contactos estrechos» que pudieran ocultarse en las casas y desinfectar las casas, según medios estatales.
Después se sellaron las puertas y se instalaron nuevas cerraduras, según el diario Global Times.

El gobierno del distrito se disculpó el lunes por ese comportamiento «violento y simplista», señaló el medio. Se había formado un equipo de investigación y «personas relevantes» recibirían castigos severos, añadió el periódico.

El gobierno chino ha mantenido su estricta política de «cero COVID» pese a los crecientes costes económicos y al impacto sobre la vida de la población, que sigue sometida a pruebas rutinarias y cuarentenas mientras el resto del mundo se abre a vivir con la enfermedad.

En medios sociales se han documentado muchos casos de policías y trabajadores de salud que allanaban viviendas en diferentes lugares de China en nombre de las medidas de COVID-19. En algunos casos se rompieron las puertas y los residentes de las viviendas fueron amenazados con sanciones incluso si daban negativo en el virus. Las autoridades han exigido que se entreguen llaves para encerrar a residentes de edificios de apartamentos donde se detectaron casos, colocado barreras de acero para impedir que la gente salga de sus complejos y soldado barras de hierro sobre las puertas.

Las autoridades comunistas chinas ejercen un firme control sobre las administraciones regionales y locales, policía y herramientas de control social. La mayoría de los ciudadanos están acostumbrados a la falta de privacidad y a las restricciones sobre las libertades de expresión y asamblea.

Sin embargo, las estrictas medidas contra el COVID-19 han puesto a prueba esa tolerancia, especialmente en Shanghái, donde una caótica e intransigente cuarentena provocó quejas en internet y en persona de gente que no podía cubrir necesidades básicas como conseguir comida o atención médica.

 

Las autoridades en Beijing han adoptado una estrategia más suave, preocupadas por provocar descontento en la capital antes de un crucial congreso del partido este año en el que se espera que el presidente y líder del partido, Xi Jinping, obtenga un tercer mandato de cinco años. El nombramiento se produciría en un contexto de desaceleración económica y alto desempleo entre graduados universitarios y trabajadores migrantes.

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