Soldados del ejército de Sri Lanka patrullan las calles de Colombo durante un toque de queda, en Sri Lanka. Foto La Hora: Eranga Jayawardena/AP.

 

Las autoridades Sri Lanka desplegaron el miércoles vehículos blindados y soldados en las calles de la capital, Colombo, dos días después de que turbas progubernamentales atacaron a manifestantes pacíficos, lo que desencadenó una ola de violencia en todo el país.

Las fuerzas de seguridad recibieron la orden de disparar a quienes se considere que participen en la violencia, mientras los actos esporádicos de vandalismo e incendios continuaron por segundo día a pesar del estricto toque de queda que comenzó el lunes en la noche.

Las protestas generalizadas han exigido la renuncia del presidente, Gotabaya Rajapaksa, y de su hermano, que dejó su cargo como primer ministro a principios de esta semana, por una crisis de deuda que ha dejado a la nación al borde de la quiebra y a su población lidiando con la escasez de combustible, alimentos y otros productos básicos. En los últimos días, ocho personas, incluyendo un legislador del partido gobernante y dos policías, y más de 220 resultaron heridas. Además, los ataques de las turbas han prendido fuego a edificios y vehículos.

Vehículos blindados con soldados fueron vistos entrando a algunas zonas de Colombo. Desafiando el toque de queda, algunos manifestantes de la oposición se han reagrupado frente a la oficina presidencial para continuar unas protestas que comenzaron hace más de tres semanas.

Ciudadanos de Sri Lanka ondean una bandera nacional en la parte de atrás de una camioneta durante el toque de queda impuesto tras los enfrentamientos entre partidarios y contrarios del gobierno, en Colombo, Sri Lanka. Foto La Hora: Eranga Jayawardena/AP.

Videos publicados en redes sociales mostraron filas de camiones militares saliendo de la capital y a soldados levantando puestos de control en todo el país mientras se teme que el vacío de poder pueda allanar el camino a un alzamiento militar.

Un alto funcionario de Defensa, Kamal Gunaratne, negó estas especulaciones en una conferencia de prensa conjunta con los jefes del Ejército y la Armada. «Ninguno de nuestros efectivos tiene el deseo de derrocar al gobierno. Nunca ha ocurrido en nuestro país y no es fácil hacerlo aquí», apuntó Gunaratne. El presidente, Gotabaya Rajapaksa, ocupó altos cargos en el ejército y sigue siendo el ministro de Defensa oficial del país.

Según Gunaratne, el ejército regresará a sus cuarteles una vez la situación de seguridad se normalice. Por su parte, el comandante de la Armada Nishantha Ulugetenne señaló que el exprimer ministro, Mahinda Rajapaksa, está protegido en una base naval en Trincomalee, en la costa noreste de la isla.

Tras su renuncia, Rajapaksa y su familia fueron evacuados de su residencia oficial entre miles de manifestantes que trataban de entrar al edificio de la época colonial fuertemente custodiado. La embajada de India, por su parte, negó los rumores que circulaban por internet de que «ciertos políticos y sus familias han huido a India» y desmintió el envío de tropas a la isla.

Sri Lanka está al borde de la bancarrota y declaró que suspenderá el pago de 7.000 millones de dólares en préstamos extranjeros que debía abonar este año, de los 25.000 millones que vencen en 2026. Su deuda externa total asciende a 51.000 millones de dólares.

La escasez de divisas ha provocado una reducción de las importaciones y una grave escasez de productos básicos, desde alimentos a gas parea cocinar, combustible y medicamentos. En los últimos meses, los residentes han tenido que hacer fila durante horas para poder comprar las limitadas existencias y muchos regresaban a sus casas sin anda. Los manifestantes achacan la crisis económica a la presunta corrupción y al estilo de gobierno de los hermanos Rajapaksa.

La renuncia del primer ministro ha dejado un vacío de poder ya que el gobierno se disolvió de forma automática tras el anuncio. El presidente está bajo presión para nombrar a alguien que pueda unir a la población como primer ministro, para ceder parte de su poder al Parlamento y para presentar su propia dimisión.

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