Expertos en animales silvestres están buscando el virus que causa el COVID-19 en ciervos, osos, alces y lobos en los bosques de Minnesota. Se trata de investigadores de todo el mundo que intentan averiguar cómo y dónde se propaga el coronavirus en la fauna salvaje, en momentos en que las agencias internacionales de salud abogan por un mayor seguimiento de los animales infectados.
Los científicos están muy preocupados de que el virus del COVID-19 evolucione dentro de las poblaciones animales, generando mutaciones virales potencialmente peligrosas que pudieran contagiar a seres humanos, propagarse entre la gente y reavivar lo que por ahora parece una crisis menguante. Recuerdan que los virus ya han pasado de los seres humanos a animales y viceversa.
Para Todd Kautz, un investigador postdoctoral, y otros expertos en vida silvestre, rastrear el coronavirus significa temperaturas bajo cero, caminos helados, caminar penosamente a través de la nieve profunda y acercarse incómodamente a la vida silvestre potencialmente peligrosa.
En una reserva indígena en un bosque del norte de Minnesota, cerca de la frontera con Canadá, Kautz tuvo que acostarse boca abajo en la nieve y arrastrarse por la estrecha guarida de un oso negro en hibernación. Enfocando una luz en su hocico, Kautz deslizó con cuidado un bastoncillo largo en las fosas nasales del oso cinco veces, para hacerle una prueba de COVID-19.
La pandemia ha servido como un ejemplo claro y trágico de cuán estrechamente están vinculadas la salud de los animales y la salud de los seres humanos. Si bien no se han demostrado los orígenes del virus, muchos científicos dicen que probablemente saltó de los murciélagos a los humanos, ya sea directamente o a través de otra especie que se vendía en vivo en un mercado de Wuhan, en China.
Y ahora se ha confirmado que el virus está presente en la fauna silvestre en al menos 24 estados de Estados Unidos, entre ellos Minnesota. Recientemente, un estudio inicial en Canadá mostró que alguien en las cercanías de Ontario probablemente contrajo de un ciervo una cepa altamente mutada.
«Si el virus puede establecerse en una reserva para animales salvajes, siempre estará ahí afuera, amenazando con volver a propagarse a la población humana», advirtió el investigador de la Universidad de Minnesota Matthew Aliota, quien está trabajando con el equipo de la Reserva Grand Portage.