La invasión de Rusia a Ucrania ha desencadenado la mayor migración masiva en Europa en décadas, con más de 1,5 millones de personas que han huido a los países vecinos.
Es la “crisis de refugiados de más rápido crecimiento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”, según la Oficina de Refugiados de la ONU. La ACNUR tuiteó el domingo: “Casi todos los refugiados se han ido a otros países de Europa, donde generalmente han encontrado una cálida bienvenida. Pero algunos eventualmente pueden necesitar un reasentamiento permanente en Estados Unidos si no pueden regresar a Ucrania”.
Estados Unidos ha proporcionado 54 millones de dólares en alimentos y otro tipo de asistencia a personas dentro de Ucrania y se ha comprometido a enviar más, según Samantha Power, jefa de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID). Esa ayuda es fundamental porque las condiciones en Ucrania empeoran cada vez más.
El jueves, la administración Biden anunció que ofrecería estatus de protección temporal a los ucranianos que ya se encuentran dentro de Estados Unidos. El Departamento de Seguridad Nacional estima que unas 75.000 personas son elegibles para el programa de protección temporal y solo es válido por 18 meses a menos que se extienda. Además, el programa, conocido por las siglas TPS, deja a sus beneficiarios en un limbo de inmigración porque no necesariamente les otorga la residencia o la ciudadanía.
La Casa Blanca ha dicho que Estados Unidos aceptaría refugiados ucranianos. Pero el gobierno también dice que, al menos por ahora, la mayoría de los refugiados aparentemente quieren quedarse en Europa.
El gobierno planeaba aceptar hasta 125.000 refugiados en el año fiscal 2022. Ese límite anual se redujo a un mínimo histórico de 15.000 durante la presidencia de Donald Trump. Al establecer el objetivo anual para los refugiados, la administración de Biden reservó 10.000 visas de refugiados para personas de Europa, pero podría ampliar ese número para recibir a más ucranianos si fuera necesario. Los 125.000 no incluyen a los 76.000 afganos que llegaron a Estados Unidos tras la retirada estadounidense de Afganistán en agosto.