Australia batió el jueves otro récord de casos y hospitalizaciones por COVID-19 ante el temor a que los cambios en los requisitos de las pruebas de detección puedan enmascarar la verdadera magnitud del brote.
El país reportó 72.000 casos, desde los 64.000 de la víspera, mientras las hospitalizaciones saltaron a 3.267 desde 2.990, con 208 pacientes en cuidados intensivos frente a los 196 anteriores.
Las cifras de contagios no reflejan necesariamente la verdadera propagación del virus, ya que solo tienen el cuenta los positivos registrados.
El primer ministro, Scott Morrison, defendió en una conferencia de prensa el jueves una nueva política que determina que los australianos no deben someterse a una prueba PCR para confirmar un positivo registrado en un test rápido de antígenos. El cambio se llevó a cabo en una reunión del gobierno nacional con los líderes de los estados y territorios el miércoles.
“El número de casos es un problema menor», afirmó Morrison. “La cuestión es conectar con la atención médica, y la Commonwealth brinda teleasistencia sanitaria a las personas que puedan hacerlo y asesoramiento para gestionar la infección en casa, y en caso de que la situación se agrave, buscar más ayuda».
Como la mayoría de tests rápidos de antígenos se realizan en casa, los expertos temen que la nueva política provoque que se contabilicen menos casos, y afirmas que es necesario tener una idea exacta de la cantidad de infecciones para garantizar que los hospitales y otras instalaciones médicas están preparados.
Morrison enfrentó también preguntas por la decisión de las autoridades fronterizas de revocar la visa de Novak Djokovic antes del Abierto de Australia. El mandatario negó que el tenista serbio fuese señalado cuando se le preguntó si la posterior cancelación del permiso fue una decisión política basada en su estatus como as del deporte.