COATZACOALCOS, México / AP
Más de 400 migrantes que venían hacinados en dos camiones intentando cruzar clandestinamente el país fueron detectados por las autoridades en una carretera del sur de México cerca de la zona por donde se mueven de forma visible dos pequeñas caravanas de migrantes, una que el viernes estaba en el estado de Veracruz y otra que partió el jueves de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala.
Los migrantes hallados en los camiones fueron trasladados a las oficinas de la Agencia de Investigación Criminal de Coatzacoalcos, en el sur de Veracruz, donde los migrantes esperaban apiñados en el patio antes de ser entregados al Instituto Nacional de Migración que, generalmente, los devuelve a sus países.
Eran “arriba de 400… no me había tocado ver tantos en un solo evento”, dijo a la prensa Tonatiuh Hernández Sarmiento, de la Comisión de Derechos Humanos de Veracruz tras visitarles. “Vienen algunos muy sucios, llenos del lodo, me imagino que por las mismas condiciones físicas de los contenedores… en hacimiento, imagino que por el calor venían bastante mojados”, agregó.
Según el funcionario había menores, mujeres embarazadas y personas con enfermedades.
Las detenciones de migrantes que viajan de forma clandestina pagando a traficantes se han incrementado en las últimas semanas —aunque otros muchos cruzan a diario el país sin ser detectados— mientras otros extranjeros que entraron irregularmente a México caminan por las carreteras de forma visible en caravanas con esperanza de no tener que pagar a traficantes, viajar de forma más segura y llamar la atención de las autoridades para poder regularizar su situación.
Los líderes de Estados Unidos, México y Canadá se reunieron el jueves en Washington para hablar, entre otros temas, de cómo abordar este aumento de los flujos migratorios y aunque hubo buenas palabras, faltaron compromisos concretos, coinciden los expertos.
Los tres países acordaron aumentar las vías para poder migrar de forma legal, por ejemplo, con más visas de trabajo temporal. También apostaron por ampliar el acceso a la protección de los migrantes y por atajar las causas que les hacen salir de sus países pero faltaron cifras, inversiones concretas o plazos claros para cumplir las promesas.
“No fue algo sustancial, yo lo veo como algo estancado, no hay avances”, dijo Alejandra Macías, directora de Asylum Access México. “Todo se ha venido hablando desde hace tiempo pero no se concreta”.
Maureen Meyer, vicepresidenta del centro de estudios Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés), aseguró que reafirmar los derechos de migrantes y solicitantes de asilo es positivo “pero las acciones sobre el terreno, particularmente en México y en la frontera entre Estados Unidos y México, continúan violando sus derechos, les niegan el acceso a la protección y permiten que se cometan delitos y abusos con impunidad”.
La caravana que se encuentra ahora en Veracruz es la primera que logra avanzar tanto en los últimos dos años porque desde 2019 las fuerzas de seguridad han contenido y disuelto las caravanas.
En esta ocasión, el gobierno optó por ofrecer visas humanitarias a la población vulnerable. Muchos han aceptado pero otros no se fían y, según la directa de Asylum Access, es lógica la desconfianza porque hay “claras contradicciones” dentro el Instituto Nacional de Inmigración que, por un lado, les da unos documentos pero en otros puntos del país les dicen que no valen y les regresan al sur.
“Si se les da el documento por razones humanitarias (eso) te permite hasta entrar y salir del país», explica Macías. «Pero se les está restringiendo la movilidad dentro de México”.
Por eso Abel Louigens, de Haití, decidió incorporarse a la caravana que salió el jueves de Tapachula, casi en la frontera con Guatemala, integrada por unas 2.000 personas que ahora avanzan por el estado de Chiapas.
“Ellos dan un papel pero solo para Tapachula, no puedes viajar en todas las partes de México, no puedes coger un bus para buscar trabajo, pero en Chiapas no hay trabajo”, explicó. Louigens aseguró que él se quedará donde encuentre un empleo y que solo entrará en Estados Unidos de forma legal. “No puedo sacrificarme para que luego me manden a mi país”.