La morgue del hospital principal de Rumanía ya no tiene lugar para más muertos. En una cruda ilustración del costo humano de la ola de coronavirus que recorre la nación, los cuerpos de personas muertas de COVID-19, envueltos en bolsas de plástico ocupan un pasillo del hospital en Bucarest, la capital.
Desde hace dos meses mueren diariamente cientos de personas en Rumanía, uno de los países más afectados por la embestida furiosa del coronavirus en Europa central y oriental, donde la tasa de vacunación es muy inferior a la de Europa occidental.
Este país de 19 millones de habitantes tiene una de las tasas de mortalidad más elevadas de todo el continente. El mes pasado, la Organización Mundial de la Salud envió a un equipo para ayudar en la respuesta a la pandemia.
Exhaustos y con exceso de trabajo, los médicos rumanos tienen grandes dificultades para afrontar la situación.
“¡Una aldea por día desaparece en Rumania!», exclamó el doctor Catalin Cirstoiu, director del Hospital Universitario de Emergencias en Bucarest. “¿Qué pasa en una semana o un mes? ¿Una aldea más grande? ¿Una ciudad? ¿Dónde termina esto?”.
Los expertos han atribuido el aumento de las muertes a la baja tasa de vacunación. El 40% de la población está plenamente vacunada, comparado con el 75% en los países de la Unión Europea.
Se cree que las tasas bajas aquí y en otras partes de la región se deben a una desconfianza generalizada en las autoridades e instituciones, la falta de educación y los arraigados movimientos antivacuna que incluyen a algunos médicos conocidos.
“Estamos agotados financieramente… física y psicológicamente”, se lamentó Cirstoiu. “Al fin y al cabo, la causa de todo esto es una sola: la incapacidad de la población de comprender que debe vacunarse”.
En el hospital, una sala de espera de emergencias es ahora un área COVID, sellada por una hoja de plástico. En ciertos días en que se presentan muchos casos, los enfermos yacen en camillas en los pasillos a la espera de una cama.
Rumanía registró su cifra récord de muertes diarias el 2 de noviembre, con 591 decesos, más del 90% de ellos de personas no vacunadas. En la actualidad, 1,870 enfermos reciben tratamiento en unidades de cuidados intensivos, casi 51.000 personas han muerto desde el inicio de la pandemia.