Activistas por el clima marchan por las calles de Glasgow, Escocia, donde se desarrolla la cumbre climática de la ONU COP26. Foto La Hora/AP/Alberto Pezzali.

La generación de jóvenes que heredará el clima más cálido le dice a la generación que provocó la contaminación, tanto dentro como afuera de la cumbre climática de la ONU, que limpie la mugre que ha provocado.

Mejor aún, dejen que lo hagamos nosotros, dicen muchos.

«Es nuestro futuro. Están negociando nuestro futuro y ni siquiera tenemos asiento en la mesa», dijo la estudiante universitaria Julia Horchos, de 20 años.

Horchos estaba entre los numerosos jóvenes dentro del edificio en Glasgow, Escocia, donde jefes de gobierno, directivos de la industria y activistas discuten cómo evitar un cambio climático catastrófico para el mundo, pero en su carácter de observadora: a decenas de metros de las oficinas donde se toman esas decisiones.

Más jóvenes que nunca recorren los pasillos en las conversaciones. Miles más portaban carteles en un acto organizado por la organización Viernes para el Futuro a varias cuadras del pabellón cercado. Los jóvenes dicen que los ven y los festejan, pero que no los escuchan.

El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, y numerosos mandatarios han elogiado a la juventud por su activismo que da nuevas fuerzas a la lucha del mundo para poner coto al cambio climático. El tema de la reunión del viernes era precisamente la participación de la juventud y los mandatarios hablaban de la importancia de los jóvenes en la batalla para impedir que el mundo se vuelva más cálido y se multipliquen los eventos climáticos extremos.

Pero en una jornada dedicada a los jóvenes, los focos estaban puestos en un discurso del exvicepresidente estadounidense Al Gore (73 años) y una conferencia de prensa del enviado estadounidense para cuestiones climáticas John Kerry (77 años).

En varios días de asistencia a las sesiones, Horchos dijo que en una sola se dio la palabra a la gente como ella pese a que se trataba de un evento especial para la juventud. Diana Bunge, estudiante de 21 años, escuchó a tres directores ejecutivos de empresas multinacionales y Horchos conoció a Kerry, pero ninguno pudo decirles qué pretendían para el futuro.

«Cuando llegué a COP26, sólo veía a hombres blancos maduros de traje y corbata», dijo Magali Cho Lin Wing, de 17 años, integrante del Consejo Asesor Juvenil de UNICEF Reino Unido. «Y pensé, ‘¿qué es esto? ¿Una conferencia climática o un evento empresarial?’ ¿Para esto vinieron? ¿Para intercambiar tarjetas profesionales?».

Con todo, comprenden la importancia de al menos estar cerca de la sala donde se desarrolla el evento. «Es mi vida», dijo Horchos. «Sin duda, tengo la responsabilidad de participar».

Fuera de las negociaciones, los temores por el futuro eran los mismos, pero eran expresados de otra manera.

En un parque de Glasgow activistas jóvenes portaban pancartas con leyendas como «Yo tengo que limpiar mi mugre, ¿por qué ustedes no limpian la suya?» y «basta de crímenes climáticos».

Para el viernes y sábado se ha convocado a manifestaciones en diversas partes del mundo, en coincidencia con las sesiones en Escocia.

Algunos en el acto acusaron a los negociadores de «verdear» la incapacidad de sus países de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero al destacar medidas que suenan bien, pero que no bastan para impedir el ascenso peligroso de la temperatura en las próximas décadas.

«Venimos aquí como sociedad civil para trasmitirles el mensaje de que ya basta», dijo Valentina Ruiz, estudiante brasileña de 18 años.

Brianna Fruean, activista de Samoa, una nación insular del Pacífico que es particularmente vulnerable al ascenso del nivel del mar y los ciclones, dijo que «mi mayor temor es perder mi país».

«He visto las inundaciones que penetran en nuestras casas y he limpiado el barro», dijo.

Fruean tuvo la palabra al inicio del COP26 y explicó a los mandatarios cómo los efectos del cambio climático ya se sentían en su país. «Siento que me ven», dijo. «Al final del COP sabré si me han escuchado».

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