NUEVA YORK/AP
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tenía previsto anunciar que su país multiplicará por dos, a mil millones de dosis, sus pedidos de vacunas contra el COVID-19 de Pfizer para compartirlas con el mundo, dentro de los esfuerzos por vacunar al 70% de la población mundial en el próximo año.
El compromiso de Estados Unidos sería la pieza central de la cumbre global sobre vacunas que Biden celebraba de forma virtual el miércoles, en un aparte de la Asamblea General de Naciones Unidas, en la que esperaba presionar a las naciones acomodadas para que hagan más para controlar el coronavirus.
Líderes mundiales, grupos humanitarios y organizaciones globales de salud son cada vez más firmes en denunciar el lento ritmo de las vacunaciones en todo el mundo y la desigualdad del acceso a las vacunas entre residentes de naciones ricas y pobres.
El pedido estadounidense, según dos importantes funcionarios del gobierno de Biden que hablaron bajo condición de anonimato para comentar el discurso de Biden, elevará el compromiso total de vacunación de Estados Unidos a más de 1.100 millones de dólares hasta 2022. Al menos 160 millones de vacunas proporcionadas por Estados Unidos se han distribuido a más de 100 países, lo que supone más donaciones que las aportadas por el resto del mundo en total.
La nueva compra supone apenas una parte de lo necesario para alcanzar el objetivo de vacunar al 70% de la población mundial -y el 70% de los ciudadanos de cada país- para la cumbre de Naciones Unidas de septiembre del año que viene. Es una meta fijada por grupos humanitarios globales que Biden apoyará.
El mandatario aprovechará la cumbre para presionar a otros países para que “se comprometan a una ambición mayor” en sus planes de compartir vacunas, lo que incluye plantearles desafíos específicos, según la Casa Blanca. Los funcionarios señalaron que la Casa Blanca publicará tras la cumbre los objetivos para países ricos y organizaciones sin fines de lucro.
La respuesta estadounidense ha sido criticada por ser demasiado tibia, especialmente en un momento en el que el gobierno defiende las dosis de refuerzo para decenas de millones de estadounidenses cuando personas vulnerables de países más pobres aún no han recibido siquiera una primera dosis.
El presidente de Colombia, Iván Duque, denunció el martes en Naciones Unidas las “fallas del multilateralismo” para responder a la pandemia, y señaló que “las brechas existentes” entre las naciones respecto del proceso de vacunación “son inauditas”.
En el último año se han administrado más de 5.900 millones de dosis de COVID-19, lo que supone en torno al 43% de la población mundial. Pero hay enormes disparidades en la distribución y muchos países de bajos ingresos tienen problemas incluso para vacunar a sus habitantes más vulnerables. Varios luchan por superar tasas de vacunación de entre el 2% y el 3%.
En comentarios el martes en Naciones Unidas, Biden dijo haber compartido con otros países más de 160 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19, incluidas 130 millones de dosis sobrantes y las primeras entregas de los 500 millones de dosis encargadas por Washington para el resto del mundo.
Otros líderes dejaron claro por adelantado que eso no era suficiente.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, habló del “triunfo” de la ciencia en el rápido desarrollo de la vacuna frente al “fracaso” político que produjo una distribución desigual de las dosis.
“En la ciencia prevaleció la cooperación, en la política el individualismo. En la ciencia reinó la información compartida, en la política la reserva”, dijo Piñera durante un discurso pregrabado que se mostró en la sede de las Naciones Unidas.
Apenas el 15% de las donaciones prometidas -de países ricos con acceso a gran cantidad de vacunas- se han entregado, según la Organización Mundial de la Salud. La agencia de salud de Naciones Unidas ha dicho que quiere que los países ejecuten sus compromisos “de inmediato” y pongan las dosis a disposición de programas que benefician a los países pobres y a África en particular.
COVAX, el programa respaldado por Naciones Unidas para enviar vacunas a todos los países, ha tenido problemas de producción, desabastecimiento y se ha visto casi excluida del mercado de vacunas por los países ricos.
La OMS ha instado a las compañías que fabrican vacunas a priorizar a COVAX y hacer públicos sus calendarios de entrega. También ha pedido a los países ricos que eviten grandes campañas de dosis de refuerzo para que los trabajadores de salud y personas vulnerables del mundo en desarrollo puedan acceder a los fármacos. Esas peticiones se han visto ignoradas en gran parte.
COVAX ha incumplido casi todos sus objetivos de reparto de vacunas. Sus gerentes también han rebajado sus aspiraciones de distribución de dosis para final de este año, desde la cifra original de 2.000 millones de dosis en todo el mundo a 1.400 millones. Incluso esa marca podría incumplirse.