La policía iba de casa en casa en busca de posibles víctimas y elaboraba listas de desaparecidos hoy, mientras el número de muertos por las inundaciones catastróficas en el noreste de Estados Unidos provocadas por los remanentes del huracán “Ida” ascendía a 49.
El desastre puso de manifiesto con desgarradora claridad lo vulnerable que es el país a los fenómenos climáticos extremos que trae el calentamiento global. Las autoridades estudian medidas nuevas y amplias para salvar vidas en futuras tormentas.
Más de tres días después de que el huracán tocó tierra en Luisiana, los lluviosos remanentes de Ida se abatieron sobre el noreste con furia alucinante el miércoles y jueves. Las aguas sumergieron autos, inundaron estaciones de metro y departamentos instalados en sótanos, y ahogaron a decenas de personas en cinco estados.
Las lluvias intensas superaron la capacidad de sistemas de drenaje que no estaban construidos para absorber tanta agua en tan poco tiempo: 7,6 centímetros (3 pulgadas) en apenas una hora en Nueva York. Siete ríos del noreste alcanzaron sus niveles más altos desde que se llevan registros, dijo Evan Dethier, científico de la Universidad de Dartmouth.
El viernes las poblaciones se afanaban en remolcar vehículos arruinados, bombear agua de casas y autopistas, limpiar suciedad y escombros, y restaurar el transporte de pasajeros.
Aunque se dispersaron las nubes y apareció el cielo azul, algunos ríos y arroyos seguían creciendo.
«La gente piensa que el tiempo está hermoso, que lo está, que esto ha quedado atrás y podemos reanudar la vida normal, pero todavía no hemos llegado», advirtió el gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy.
Nueva Jersey encabeza la lista de muertes con al menos 25. Muchos murieron ahogados al quedar atrapados por riadas en sus vehículos. Una familia de tres y su vecino murieron ahogados en 4,2 metros (14 pies) de agua en sus departamentos en Elizabeth, Nueva Jersey.
Había al menos seis personas desaparecidas en el estado, dijo Murphy.
En Nueva York, 11 personas murieron atrapadas por las aguas en sus departamentos. Un hombre, una mujer y un niño de 2 años murieron en una calle de Queens convertida en un torrente, encerrado entre muros de hormigón de la autopista Brooklyn-Queens.
Las líneas del metro de Nueva York que funcionaban lo hacían con demoras. En el norte de la ciudad, el servicio de tren de cercanías estaba suspendido o limitado al mínimo. En el valle del Hudson las vías del tren estaban sumergidas en barro.