Cuando el presidente Joe Biden anunció que se atendría al plan de su predecesor de retirar las fuerzas estadounidenses de Afganistán, los republicanos respondieron divididos y de manera discreta. La política exterior se había vuelto un tema tan contencioso que los dirigentes del partido no tenían una posición unificada sobre el fin de la guerra más larga que haya librado el país.
Pero la caída del gobierno afgano y el regreso precipitado del Talibán al poder han unido a los republicanos, al menos por ahora, en sus críticas a Biden. Los que siempre se opusieron al retiro dijeron el lunes que el presidente debería haber previsto el desastre. Y los que aplaudieron su decisión de retirar las tropas lo fustigaron por lo mal que lo hizo.
«Un espectáculo vergonzoso, una humillación diplomática y una catástrofe para la seguridad nacional», dijo el senador tejano Ted Cruz.
Fue un momento de cohesión inusual para un partido dividido entre una vieja guardia partidaria de la agresión militar estadounidense y los seguidores del expresidente Donald Trump y su consigna «primero, Estados Unidos». Los republicanos trataban de sacar provecho político del caos, pero no estaba claro cómo superarían esa división.
«Si son inteligentes, dirán, ‘vean, yo quería que saliéramos de Afganistán, pero no así'», dijo Glen Bolger, un veterano encuestador que ha trabajado en varias campañas legislativas republicanas. «‘No con una rendición total que permitió al Talibán regresar como si nada y apoderarse de todo, agredir a las mujeres y retroceder el reloj al 1400′».
La entrada del Talibán a Kabul no altera el hecho de que los republicanos han intentado dar un giro en redondo en materia de política exterior, la clase de giro que probablemente embrollará sus intentos de echarle toda la culpa a Biden sin sufrir ellos algunas de las consecuencias políticas.
El partido se ha alejado de los tiempos belicistas que siguieron a los ataques del 11 de septiembre de 2001, cuando el presidente George W. Bush lanzó la invasión de Afganistán y dedicó años a la construcción de naciones y las intervenciones militares en el exterior. El gobierno de Trump acordó al final de su período retirar a las fuerzas estadounidenses de Afganistán en mayo de este año, cuando el entonces presidente dijo que «ha llegado la hora de que otros se ocupen de esa tarea».
«Han sido 19 años y ellos mismos están cansados de pelear», dijo Trump, pero añadió que «si suceden cosas malas, regresaremos».