La variante Delta del coronavirus está poniendo a prueba la costosa estrategia de China de aislar ciudades y generando advertencias de que los líderes chinos —que confiaban en mantener el COVID-19 fuera del país— necesitan un enfoque menos perturbador.
Mientras la variante altamente contagiosa está obligando a los gobiernos de Estados Unidos, Australia y otros lugares a renovar las restricciones, el gobierno del presidente Xi Jinping está luchando contra el brote más grave desde la emergencia del año pasado en Wuhan. El gobernante Partido Comunista está reviviendo tácticas que cerraron China: se cerró el acceso a una ciudad de 1,5 millones de personas, se cancelaron vuelos y se ordenaron pruebas masivas en algunas áreas.
Esa estrategia de «tolerancia cero» de poner en cuarentena todos los casos y tratar de impedir la llegada de nuevas infecciones del exterior ayudó a contener el brote del año pasado y ha mantenido a China en gran parte libre de virus. Pero su impacto en el trabajo y la vida de millones de personas están generando advertencias de que el país necesita aprender a controlar el virus sin cerrar repetidamente la economía y la sociedad.
Zhang Wenhong, un médico de Shanghái que destacó durante el brote de Wuhan opina que la estrategia de China podría cambiar. «Definitivamente aprenderemos más» del brote en curso, dijo, y lo calificó como una prueba de estrés para la nación.
«El mundo necesita aprender a convivir con este virus», escribió Zhang, que tiene 3 millones de seguidores en la plataforma china Weibo.
Los controles de China se probarán cuando miles de atletas, reporteros y otros lleguen a los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing en febrero. Y el partido gobernante enfrenta un cambio de liderazgo a fines de 2022, para lo cual se requieren condiciones económicas optimistas.
El año pasado, China cerró gran parte de la segunda economía más grande del mundo y cortó casi todo el acceso a ciudades con un total de 60 millones de personas, tácticas imitadas en menor escala por gobiernos en todo el mundo. Eso provocó la contracción económica más dolorosa del país en cinco décadas, pero se lograron reanudar los viajes de negocios y nacionales en marzo de 2020.
Las nuevas infecciones, muchas en personas ya vacunadas, han sacudido los mercados financieros mundiales, que temen que la respuesta de Beijing pueda interrumpir las cadenas de fabricación y suministro.
China debe cambiar para crear barreras a la infección dentro de las comunidades aumentando las vacunas y tratando rápidamente a las personas infectadas mientras permite que los negocios y los viajes sigan adelante, dijo Xi Chen, economista de salud de la Escuela de Salud Pública de Yale. Agregó que el país necesita acceso a la gama completa de vacunas.