Miles de residentes huyeron hoy de poblaciones inundadas y crecidas de ríos en la capital de Filipinas y las provincias conurbadas, tras días de tormentas torrenciales que dejaron al menos a una persona muerta, informaron funcionarios.
Añadieron que se abrieron más albergues de emergencia para permitir el distanciamiento social entre los pobladores desplazados y evitar que los campamentos de desalojo se convirtieran en epicentros de infecciones de COVID-19. En la ciudad muy afectada de Marikina, en la capital de la región, casi 15.000 residentes fueron desalojados a lugares seguros durante la noche conforme el nivel del agua en un gran río subía de forma alarmante.
«La situación será demasiado difícil si no hay una solución permanente a las inundaciones, sobre todo ahora con la amenaza de la variante delta», dijo el alcalde de Markina, Marcelino Teodoro, a la cadena ABS CBS News, en referencia a la muy contagiosa variante del COVID-19 que ha sido detectada en el país.
Muchos de los residentes fueron desalojados de aldeas propensas a inundaciones en Marikina durante la noche, evitando que pudieran dormir, indicó Teodoro. Culpó de las constantes inundaciones de la ciudad a años de tala ilegal en las montañas cercanas y la fuerte sedimentación en el río de Marikina.
En Baguio, una ciudad montañosa en el norte, una pobladora murió la tarde del viernes debido a la caída de un árbol sobre el taxi en que viajaba, informó la policía. Dos personas más a bordo del taxi resultaron lesionadas, agregó. El norte de Filipinas está inundado tras días de precipitaciones que inundaron aldeas en lugares bajos y provocaron pequeños deslaves.