Los republicanos quieren tener el control del Congreso. Pero se desconoce qué harán si lo logran.
En una muestra de la confusa agenda del Partido Republicano en Carolina del Norte, los líderes del partido se congregaron en un salón de convenciones para animar al expresidente Donald Trump. Pese a que se avecinan unas elecciones al Senado federal de alto riesgo, los republicanos se reunieron no por un conjunto consistente de políticas o principios conservadores, sino por las quejas infundadas de Trump sobre las elecciones de 2020.
La falta de una agenda con visión de futuro contrasta con las exitosas elecciones intermedias de los últimos años, en particular en 1994 y 2010, cuando los republicanos llegaron al poder después de tomar posiciones claras sobre salud, gasto federal y delincuencia, entre otros temas. Sin una estrategia de este tipo de cara al 2022, los republicanos en la boleta electoral corren el riesgo de dejarse definir por completo por Trump, cuya popularidad sigue cayendo incluso entre algunos republicanos, desde que dejó el cargo en enero.
«No tengo conocimiento de una agenda republicana. Me encantaría verla», dijo Mark Meckler, activista conservador con sede en Texas. «Nadie sabe en qué andan», dijo sobre los republicanos de hoy. «Hacen esto bajo su propio riesgo».
Enfocarse en Trump ha consumido casi por completo el añejo compromiso del partido con la disciplina fiscal, los mercados libres e incluso el estado de derecho.
Los líderes del partido reconocen que podría pasar otro año o más antes de que los republicanos desarrollen una agenda de gobierno clara. Mientras tanto, Trump, que se centra en el pasado mucho más que en el futuro, planea volver a ser un elemento habitual de la campaña. Tras el evento del sábado en Carolina del Norte, sus asesores están analizando posibles mítines en los estados con las principales carreras por el Senado para 2022, incluidos Ohio, Florida, Alabama y Georgia.