Los brasileños aguardaban el resultado del apretado balotaje presidencial. Foto: La Hora / AFP
Los brasileños aguardaban el domingo el resultado del apretado balotaje presidencial entre el ultraderechista Jair Bolsonaro y el izquierdista Lula da Silva, dos líderes con proyectos antagónicos para el gigante sudamericano.

 

La última encuesta del Instituto Datafolha previó un resultado estrecho, con 52% de las intenciones de voto para el exmandatario Lula frente a 48% para el presidente Bolsonaro.

En la primera vuelta, los sondeos subestimaron el potencial de Bolsonaro, que finalmente acabó detrás solo por cinco puntos (43%-48%).

El presidente de 67 años ha lanzado mensajes contradictorios sobre si reconocerá los resultados en caso de derrota. El viernes aseguró que lo hará: «El que tenga más votos, gana».

Se mostró confiado en su triunfo antes de votar en Rio de Janeiro: «La expectativa es de victoria», dijo Bolsonaro, vestido con una camiseta amarilla de Brasil.

Aprovechó la oportunidad para fotografiarse luego en el aeropuerto de Rio con el Flamengo, flamante campeón de la Copa Libertadores, con 40 millones de hinchas. Jugadores como Rodinei y Fabrício Bruno posaron junto al presidente levantando el trofeo.

Al emitir su voto en las afueras de Sao Paulo, Lula, de 77 años y vestido de blanco, se mostró convencido de que «el pueblo brasileño votará un proyecto en que la democracia vencerá».

 

El exmandatario previó un gran acto en la noche en la emblemática avenida Paulista de Sao Paulo, donde sus partidarios ya se reunieron tras la primera vuelta.

Polémica por caos en transporte 

La tensa campaña ha acentuado la polarización en el país, aunque algunos, como la pareja formada por Elisete Silveira, de 46 años, y su marido Alex, un militar de 50, han conseguido mantenerse en armonía.

En Brasilia, salieron a votar unidos de la mano, él con la camiseta amarilla de la selección en apoyo a Bolsonaro y ella vestida de rojo para Lula. «Acordamos no hablar sobre política en casa para preservar el amor», explicó ella, profesora de danza.

«Para nosotros, el regreso de Lula es muy importante, trató de demarcar nuestras tierras, tenía proyectos», dijo por su lado el chamán Saha da Silva, del grupo indígena sateré-mawé, que votó en su comunidad de Iranduba, a 80 km de Manaos, capital de la Amazonía.

La jornada estuvo marcada por una polémica sobre el caos en la circulación del nordeste causado por controles de la policía de carreteras, que habían sido prohibidos por la justicia electoral para facilitar la votación.

Esto atrasó «la llegada de electores» a los centros de votación en este territorio que vota mayoritariamente a Lula, aunque «en ningún caso impidió que llegasen» a votar, indicó el presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes.

 

«Arreglar» el país 

Bolsonaro, un excapitán del ejército, busca la reelección defendiendo los valores tradicionales y la reciente mejora de los datos económicos -ralentización de la inflación y caída del desempleo-, al tiempo que sigue insuflando un discurso nacionalista.

«¡Brasil encima de todo, Dios encima de todos!», reiteró en sus discursos de campaña.

Un mensaje especialmente apreciado por el agronegocio y la población evangélica, que representa un tercio del electorado y sigue ampliándose en todo el país.

Por su parte, Lula, que gobernó Brasil de 2003 a 2010, promete «arreglar el país» impactado todavía por la crisis de la pandemia y sus 688.000 muertos.

En su campaña destacó sus logros socioeconómicos, como la salida de la pobreza de más de 30 millones de brasileños gracias a iniciativas sociales financiadas con el ‘boom’ de las materias primas.

Cuenta con el apoyo de los más vulnerables y de quienes se resintieron de las políticas y exabruptos del ultraderechista, como los jóvenes, las mujeres y las minorías.

Conservadurismo «muy fuerte»  

La campaña para el balotaje fue todavía más abundante en desinformación, insultos y golpes bajos.

 

Lula asoció a Bolsonaro con la «pedofilia» y el «canibalismo», mientras que el ultraderechista lo acusó de «borracho» y «traidor de la patria».

«Una parte no despreciable votará (a Lula) por el rechazo a Bolsonaro. Lo mismo sucede del otro lado», dijo a la AFP Lara Mesquita, profesora de la Fundación Getulio Vargas en Sao Paulo.

Aunque hay pocos indecisos, «en una disputa tan ajustada pueden ser definitivos», afirmó.

El próximo presidente de Brasil asumirá las riendas el 1 de enero.

Si gana Lula «será un gobierno débil», dijo a la AFP Brian Winter, redactor en jefe de la publicación Americas Quarterly. «En Brasil resurgió un movimiento conservador muy fuerte» que se identifica con Bolsonaro.

Esto intensificará «la guerra de valores» en un eventual segundo mandato del presidente, que será una «época de la motosierra» para la Amazonía, donde la deforestación se disparó durante la gestión actual, agregó.

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