«Comer una hamburguesa producida en Reino Unido puede generar hasta 3,050 kg de equivalente carbono», dice The Canteen en su menú, precisando que es «10 veces la cantidad de su alternativa vegana». Es una diferencia «enorme», admite Anomelechi, aunque afirma que va al restaurante para disfrutar y no conocer ni las calorías ni la huella de carbono de lo que come. «Pero si pudiera tener esas informaciones en el supermercado, si cambiaría más» mis maneras de consumo, asegura a la AFP.
El cambio a una dieta basada en alimentos de origen vegetal es una de las formas más efectivas para reducir la huella de carbono, afirmaron en abril los expertos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC).
Aún está por ver si los comensales dejarán que la huella de carbono influya en sus pedidos, pero la innovación del menú ha avivado el interés y el apoyo, señala Stock, el dueño del lugar.»En Inglaterra si eres un restaurante de una gran cadena, la ley obliga a que indiques las calorías [en el menú]», explica. «Pero mucha gente dice (…) que está más interesada en [conocer la huella de] carbono», añade. Para Laura Hellwig, directora de campañas de la organización benéfica vegana británica Viva!, el dato de la huella de carbono debería ser obligatorio. «Estamos en una situación de emergencia climática y los consumidores tienen que poder elegir con conocimiento de causa», afirma esta activista de 30 años.
En su opinión, «la mayoría de la gente» elegiría consumir alimentos menos dañinos para el medioambiente si pudiese comparar la huella de carbono de una comida a base de carne y un plato vegano.Viva! lanzó una campaña nacional para convencer a los restaurantes de intensificar sus esfuerzos de concienciación sobre el cambio climático.
The Canteen fue el primero en aceptar. «No tuvimos que cambiar nada», explica Stock.Para calcular la huella de carbono de los platos, el restaurante manda sus recetas y el lugar donde consigue sus ingredientes a la empresa especializada MyEmissions.Es capaz de calcular el impacto del carbono desde la «cuna hasta la tienda», teniendo en cuenta el cultivo, la transformación, el transporte y el envasado.»Si dudo entre dos platos, y dependiendo de mi apetito, puede que elija el que tenga la menor huella de carbono», dice Nathan Johnson, de 43 años. Ese día, optó por la ensalada del chef, que tenía 162 gramos de equivalente carbono en el menú.