Ya se cumplieron cinco años desde aquella pantomima que hizo Alejandro Giammattei cuando a la mitad de un discurso fue “sorprendido e interrumpido” por una llamada en la que le notificaban la existencia del primer caso de COVID-19 en Guatemala, en una trágica payasada planeada por quien había asumido el poder 2 meses antes. Los efectos de la pandemia, tanto en Guatemala como en el mundo, fueron en realidad trágicos por la muerte de tanta gente que falleció como resultado del contagio, pero en el caso específico de nuestro país hay otro detalle que no podemos pasar por alto.
Como aquí pasa muy poco sin que los mafiosos le saquen raja a la situación, la pandemia fue un importante factor de recursos de Alejandro Giammattei y su pareja, quienes realizaron el célebre negocio con la vacuna rusa Sputnik que nunca llegó a tener el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud, pero que el gobierno guatemalteco pagó, aun sin recibir la cantidad de dosis que habían ofrecido. Nadie en Guatemala puede recordar esos días trágicos en los que miles de nuestros compatriotas perdieron la vida en nuestro colapsado sistema de salud sin que venga a la mente esa palabrita, Sputnik, puesto que finalmente terminó siendo el sello que marca cómo opera el Estado en nuestro país.
Momentos en los que todos debimos estar atentos cuidando nuestra salud y protegiendo a los que nos rodeaban, esa parejita estaba más ocupada en otras cosas, especialmente en negociar con los rusos la operación de esa vacuna que contribuyó más a sus fines que a los de una población que necesitaba inmunizarse. No fue, ni por asomo, el único negocio hecho por el protegido de Consuelo Porras, pero sí fue el más sucio porque se aprovecharon de una tragedia universal para realizar una operación que únicamente los benefició a ellos.
Y mientras los rusos cobraron el pisto, el país dependía de las donaciones de vacunas que hizo Estados Unidos para atender las necesidades de la población, lo cual no impidió que el gobierno de Giammattei siguiera lanzando críticas a Estados Unidos por señalar a muchos aquí como personajes corruptos.
El COVID-19 tomó al mundo por sorpresa y vino para quedarse, siendo un virus que todavía hoy contagia a muchas personas, aunque las consecuencias fatales han disminuido notablemente. Pero ese negocio con los rusos es, seguramente, el sello que marcará al gobierno de Alejandro Giammattei cuando se hable de la pandemia que enlutó a miles de hogares, pues le permitió amasar una fortuna a esa parejita que sigue gozando de la protección de los garantes de la impunidad.