Uno de los tantos negocios del gobierno anterior fue ese seguro escolar inútil e ineficiente que se limitaba, si mucho, a atender consultas telefónicas de los padres de familia que requerían el servicio, razón por la cual las nuevas autoridades con toda lógica decidieron revocarlo. Sin embargo, en su primera aparición pública tras el cambio de gobierno, Joviel Acevedo afirmó que esa decisión ha sido objeto de un amparo porque, según él, viola el pacto colectivo de condiciones de trabajo suscrito con el sindicato magisterial.
Los pactos colectivos de condiciones de trabajo se refieren, precisamente, a fijar las condiciones para patronos y trabajadores, regulando obligaciones durante cierto tiempo en un ambiente de armonía. Un seguro escolar para los estudiantes de primaria y preprimaria no tiene absolutamente nada que ver con esa relación laboral negociada entre patronos y trabajadores y la única razón para haberlo incluido es asegurar el negocio que se realizó, garantizando que, en caso de ser revisado, los sindicalistas saldrían en su defensa.
Y es que, tristemente, la organización laboral, el sindicalismo y los pactos colectivos terminaron siendo parte de ese tremendo control que se hizo de todas las instituciones públicas para ponerlas al servicio de la corrupción. El magisterio, que históricamente fue el abanderado de las causas justas y de la democracia, terminó siendo un instrumento para defender a los gobiernos más corruptos de la historia y se movilizaron siempre para apuntalarlos cuando alguna amenaza se cernía.
Ahora, por supuesto, tienen que defender el seguro escolar que fue uno de los tantos trinquetes cometidos en perjuicio de la ciudadanía. Los que tienen derecho a opinar sobre el seguro escolar son los padres de familia de esos menores de edad que nunca recibieron la atención que se debe derivar de un contrato de esa magnitud. Y ya hemos dicho que el proveedor, el ahora tristemente célebre Crédito Hipotecario Nacional, es parte de ese terrible entramado que ha tenido tan perniciosos efectos para el país.
Creemos seriamente en la dignificación del magisterio, que va más allá del tema salarial porque implica el reconocimiento a una labor esencial para el desarrollo humano. Pero esa dignificación es destruida por el sindicato que los usa para negociar con los más sinvergüenzas a fin de asegurarles que, en caso de cualquier amenaza al régimen de corrupción e impunidad, allí están y estarán para lo que haga falta.
El seguro escolar demanda una revisión profunda porque es indudable que el alumno del sector público merece atención, sobre todo tomando en cuenta el abandono que hay hacia temas como el de la desnutrición. Defender a ultranza ese negocio, como hace Acevedo en nombre de los maestros, es una afrenta a la dignidad y decencia de la Nación.