Estamos por terminar este agitado año y pese a las reiteradas garantías, basadas en ley, de que los electos en las pasadas elecciones asumirán sus cargos el 14 y 15 de enero próximos, persiste la bulla de las cuentas ya no tan anónimas de las redes sociales que insisten en que Arévalo no tomará posesión de la Presidencia. Los argumentos van desde la anulación judicial de los resultados electorales hasta el hecho de que no ha sido formalmente aceptada su renuncia como Secretario General del partido Semilla, lo que califican como impedimento aunque es público que él ya renunció a esa función partidaria, además de que ellos mismos decretaron la cancelación del partido.
Pero esos perfiles, que cada vez se ven más solos, se siguen mostrando como defensores de lo indefendible y muestra la molestia que les causa que la mayoría de guatemaltecos estamos viendo para adelante, trabajando para construir un futuro en el que quepamos todos y en el que la corrupción y la impunidad no sean la regla.
Está por acabar un Gobierno que se basó en los berrinches, deseos, anhelos y negocios de Alejandro Giammattei y Miguel Martínez, quienes alcanzaron un nivel de control impresionante en todo el espectro de la función pública. Centraron sus acciones en la corrupción e impunidad para los de su círculo y por eso hacen todos los esfuerzos para, según ellos, seguir controlando ese modelo por los próximos meses.
El elemento más preciado con el que cuentan y esperan seguir contando es el de la impunidad que hace imposible la aplicación de las leyes penales en contra de los que saquean al Estado porque, de entrada, se aniquiló la capacidad de realizar investigaciones con delitos relacionados con esa forma de ejercicio del poder. Es por ello que el Ministerio Público (MP), el 14 a las 14, debe entrar en otra dinámica.
La Corte de Constitucionalidad ya dijo la última palabra ante el ataque a la democracia y estamos seguros que lo volverán a confirmar en caso que un juez pactado se anime a sacar la ilegal resolución anulando las elecciones.
Efectivamente cada día parece más absurdo y descabellado el empecinamiento que trasladan las cuentas cuyos responsables han sido ya identificados por la opinión pública. Los extremos radicales deben quedar aislados para dar paso a los millones de guatemaltecos que han trabajado, trabajan y trabajarán para sacar adelante a Guatemala partiendo de esfuerzos honrados y dedicados todos los días del año.