En la fotografía, el ingeniero Francisco Galindo y el doctor Mario Meza. Diseño: Roberto Altán/La Hora
En la fotografía, el ingeniero Francisco Galindo y el doctor Mario Meza. Diseño: Roberto Altán/La Hora

Se cumplió ya un año del asesinato del gerente general del Hospital Herrera Llerandi, ingeniero Francisco Galindo, y pese a los llamados que han hecho sus compañeros de trabajo y sus familiares, el caso sigue sin ser debidamente investigado para dar con los responsables; es más, meses después fue también asesinado el directivo del Herrera Llerandi, doctor Mario Meza, cardiólogo de la institución, y las condiciones del crimen fueron idénticas, lo que hace ver el nexo entre ambos asesinatos.

Se entiende que el Ministerio Público ha estado muy ocupado en los casos que le interesan, pero los que afectan a la población quedan en absoluta impunidad, sobre todo si se trata de actos de corrupción o de asesinatos que parecen tener raíces muy profundas con esa práctica que se ha generalizado tanto en los diferentes ámbitos del país. Y es que como hay certeza de que nada vinculado con el latrocinio será nunca objeto de preocupación para las autoridades encargadas de la investigación criminal, los delincuentes se sienten a sus anchas para operar sin temor a la menor sanción.

Anualmente se producen muchos hechos que no llegan a generar interés o preocupación de las diferentes fiscalías. Desde mortales accidentes de tránsito que quedan impunes, ataques de pandillas o líos callejeros con gente armada, hasta llegar a los que perpetran organizaciones criminales que de esa forma se libran de quienes pueden ser un obstáculo para concretar sus trinquetes.

Se habla mucho de la “eficiente investigación criminal” y hasta se expone una drástica reducción de los casos pendientes de ser resueltos, pero esas cifras tienen tanto sentido como las que recientemente se dieron para decir que en Guatemala bajó significativamente el costo de vida. Con las estadísticas en el país se hacen micos y pericos y resultan en realidad no solo poco confiables sino engañosas, porque los encargados de prepararlas no piensan en informar sino en quedar bien con sus jefes para que se puedan lucir con algo.

Los casos del ingeniero Galindo y del doctor Meza terminan siendo paradigmáticos porque si no hacen nada por víctimas con abundante peso social como para que se genere presión de opinión pública, ya nos podemos imaginar lo que ocurre con los crímenes contra ciudadanos que no gozan de esa especial visualización.

Lamentablemente las prioridades del ente a cargo de la investigación criminal están distorsionadas y por esa razón crece tanto la impunidad, ya no solo en los escandalosos casos de corrupción que crecieron exponencialmente en este gobierno, sino en términos generales, porque la atención está puesta únicamente contra quienes ponen en riesgo el sistema actual, facilitador de mucha corrupción e impunidad.

Minutero:
No hay sana investigación
porque están entretenidos
y ponen todos los sentidos
en tapar la corrupción

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