Contra el discurso de los que apoyan las maniobras contra la democracia, en el sentido de que la sanción de Estados Unidos es producto del “izquierdismo” de los demócratas, hemos visto cómo los republicanos se suman a la condena enérgica al accionar de quienes, coordinados desde las más altas posiciones de poder, quieren revertir un resultado electoral que refleja el cansancio de la sociedad ante el burdo saqueo de los fondos públicos.
Y no es únicamente en Estados Unidos donde se nota la preocupación por nuestra democracia puesto que ya la Organización de Estados Americanos emitió una resolución, aprobada por todos los países miembros, con excepción de El Salvador y Guatemala, en defensa de la democracia. Y hoy mismo se produjo otra noticia muy importante porque la Unión Europea, con una votación igualmente abrumadora, condenó las acciones del Ministerio Público e inició el proceso para aplicar sanciones a los que se están empeñando en impedir el traspaso de poderes resultado de la voluntad ciudadana.
No tardará Giammattei en salir con otro comunicado rechazando la “intromisión” de Europa en asuntos internos de Guatemala, ignorando lo que son las relaciones internacionales y el compromiso universal de respeto a los derechos humanos, entre los que destaca el de elegir a las autoridades. Nuestro país es parte de la comunidad internacional y ha asumido compromisos muy claros respecto al tema de la garantía de los derechos fundamentales de la persona, lo cual nos coloca bajo la lupa de todos aquellos países que se preocupan por los abusos autoritarios, sobre todo cuando están inspirados en la corrupción que causa tanto daño a los pueblos.
El posible aislamiento a que nos están llevando los actores del atentado contra la democracia es preocupante porque es obvio que al convertirnos en paria para el resto del mundo se producen perjuicios a la economía que pueden tener muy duras consecuencias; y es un hecho que en el mundo actual, interconectado económicamente, es necesario disponer de armonía para participar en la diversidad de negocios y todo ello depende de nuestro compromiso democrático.
El aislamiento de quienes persisten en los intentos golpistas es manifiesto, no únicamente en el plano internacional sino también internamente, en donde crece la soledad en que actúan porque es demasiado obvio el fin que persiguen que no es otro que continuar con el modelo de corrupción e impunidad, gracias al control de todos los poderes del Estado.
El robo descarado de recursos públicos nos ha hecho mucho daño como país y como sociedad, pero este desesperado esfuerzo por mantener un sistema podrido puede ser fatal por las terribles consecuencias de lo que sería un aislamiento internacional.