Editorial
En la imagen, de izquierda a derecha en la parte superior: el Presidente de la República de Guatemala, Alejandro Giammattei; el exjefe del extinto Centro de Gobierno y pareja sentimental de Giammattei, Miguel Martínez; los diputados Boris España, Aníbal Rojas, Álvaro Arzú Escobar y Roberto Alejos; y en la parte inferior, los diputados Lázaro Zamora, Estuardo Vargas, Lucrecia Marroquín de Palomo, Manuel Conde y Rodolfo Neuzte. Foto: Roberto Altán / La Hora.

La historia del Congreso de la República en Guatemala está llena de momentos en los que aflora la podredumbre y la corrupción, pero posiblemente no haya alguno como el de anoche, cuando se aprobó en forma abrupta e ilegal un presupuesto que traerá graves consecuencias a la economía nacional y luego se votó para decretar el antejuicio a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE). A lo largo del día se fue conociendo la negociación que realizaban los diputados que, poniéndose “duros”, lograron que fuera creciendo el monto del pago por cada voto a favor de ambas resoluciones que urgían a quienes manejan un sistema podrido que necesita, a como dé lugar, mantener la impunidad.

El presupuesto, aprobado a troche y moche sin cumplir con los procedimientos establecidos en ley, fue elaborado para beneficiar a la corrupción del país y generará tremendas consecuencias afectando la estabilidad macroeconómica, dañando a toda la población para que los agentes de impunidad puedan disfrutar de millones que son saqueados de la hacienda pública. Pese a las evidencias y a sólidos pronunciamientos en contra, los diputados, sin discusión ni análisis, lo aprobaron, con el agregado de que a última hora, para satisfacer necesidades de votos, se realizaron cambios que lo hicieron aún peor que la propuesta inicial.

Y hábilmente amarraron los dos temas para asegurar que la coima ofrecida por el presupuesto solo sería hecha efectiva si, como ocurrió, los diputados votaban a favor del antejuicio a los magistrados del TSE, pues según ellos abren el camino para dar el ansiado manotazo al orden constitucional y a la democracia en el país. La comunidad internacional, sabiendo lo que se busca y persigue, siguió con detenimiento los sucesos en el Congreso y sin duda que los mismos tendrán consecuencias, pero fue tanto dinero el que pusieron sobre la mesa que los diputados decidieron jugársela.

Así como los gobiernos sucesivos se caracterizan por ser uno peor que el anterior, lo mismo ocurre con el Congreso donde cada legislatura supera, por mucho, las mañas y trinquetes que se hacen en la actividad parlamentaria. Pero con todo y eso que ha ocurrido, el paso de ayer en el Organismo Legislativo de Guatemala supera, por mucho, cualquier acto vergonzoso del pasado, convirtiendo a éste en verdadero paradigma. Tristemente, nada alienta a pensar que su actuación no será superada en el futuro por las fuerzas del mal.

El proceso para desmantelar la democracia sigue avanzando y en el cierre del período ordinario de sesiones de este Congreso los diputados le cumplieron a la pareja que maniobra para acabar con la democracia.

Redacción La Hora

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